El confinamiento del coronavirus ha significado la primera experiencia generalizada de teletrabajo en España. Una modalidad tan extendida ante la pandemia como residual era antes de esta. Pues si bien hasta un tercio de los trabajadores españoles pasaron a ejercer desde sus domicilios tras la declaración del estado de alarma, antes de este la cifra de teletrabajadores habituales no superaba el 10%. Para adaptar la normativa a esta nueva realidad, el Ministerio de Trabajo ya ha dado los primeros pasos para una nueva regulación del trabajo a distancia. Con la mirada puesta en Europa, donde esta modalidad de jornada estaba mucho más normalizada antes incluso de la irrupción del virus. Suiza, Francia, Alemania o Austria son algunos de los ejemplos de países con experiencias más dilatadas.

SUIZA: EL ALQUILER LO DEBE PAGAR LA EMPRESA

Si bien en Suiza la pandemia también disparó los índices de teletrabajo (hasta el 41%, según una encuesta de Deloitte), la legislación de la república transalpina ya contempla una extensa serie de derechos asociados. "Nos han proporcionado ordenadores, nos han dejado coger todo el material de la oficina que hemos querido y nos han dado un plus de sueldo para los costes de Internet y otras cosas de casa", explica Ariadna, analista de una organización humanitaria.

El 25 de mayo el Tribunal Supremo Federal dictaminó que las empresas están obligadas a pagar parte del alquiler de sus empleados si estos, como ha ocurrido durante el confinamiento, han sido enviados a casa por parte de sus compañías. En su fallo, en base a una sentencia del 2019, el mayor órgano judicial del país remarcó que el trabajador podía solicitar ese pago de forma retroactiva aunque no hubiese llegado antes a un acuerdo con los dirigentes de la compañía e incluso en caso de haber abandonado la empresa.

Los expertos citados por la prensa suiza ponen énfasis en la obligatoriedad de la ley de que los empleadores reembolsen a sus empleados los gastos que suponen trabajar desde casa, lo cual podría incluir la conexión a Internet, la tarifa de electricidad o el coste de una silla ergonómica. Eso solo sucedería en los casos de trabajadores asalariados, no con los autónomos. La compensación mensual destinada al alquiler del empleado debería ser de 150 francos (poco más de 140 euros).

Sin embargo, no queda claro si esa resolución sería aplicable durante las múltiples situaciones de teletrabajo forzadas por el confinamiento y otras medidas de las autoridades para frenar la propagación del coronavirus Covid-19. La sentencia, que aún no se ha hecho pública y solo se dio a conocer a través del diario Tages-Anzeiger, es la primera que trata las indemnizaciones del alquiler para aquellos que teletrabajan.

En declaraciones al mismo diario, Luca Cirigliano, secretario general de la Unión Sindical Suiza, aseguró que las empresas suelen utilizar puestos de trabajo flexibles para así ahorrarse el alquiler de oficinas y aseguró que es "extremadamente injusto e ilegal" que sean los empleados quienes asuman los costes de trabajar desde casa. Una encuesta realizada entre abril y mayo por gfs.bern señalaba que el 45% de las empresas suizas no pagan ningún costo por los gastos materiales y técnicos de sus empleados mientras que solo el 9% lo hace en su totalidad.

Aunque no hay una decisión final, lo que si está claro es que esta situación ha abierto un nuevo debate en el país. "Nos enfrentamos a la incertidumbre jurídica: aplicamos las normas del derecho del trabajo, pero no han sido adoptadas para el teletrabajo. No hay nada en la legislación sobre el teletrabajo, explicaba a Le Temps Jean-Philippe Dunand, abogado y profesor de derecho laboral de la Universidad de Neuchâtel, quien descarta que la sentencia del Tribunal Supremo Federal del año pasado sea aplicable en los casos actuales.

Para los especialistas, será clave estudiar cada caso para resolver dudas como saber quién pidió trabajar desde casa, interrogante que puede ser crucial para decantar la balanza del lado del empresario o del trabajador.

FRANCIA: PATRONALES Y SINDICATOS REVALUARAN LA EXPERIENCIA

Patronal y sindicatos han acordado en Francia hacer un diagnóstico de aquí a finales de septiembre del periodo de confinamiento y, aunque las posturas divergen, si en algo están todos de acuerdo es que trabajar desde casa al cien por cien no es deseable, según subrayan en Les Echos. El caballo de batalla de las centrales sindicales es el respeto de la jornada laboral, el derecho a la desconexión y evitar presiones para forzar el trabajo a distancia. En el caso de los empresarios, su visión depende del tamaño y del sector de actividad.

La legislación del país vecino estipula desde 2012 que el teletrabajo es voluntario y la persona que lo ejerce tiene exactamente los mismos derechos acceso al médico de empresa, coberturas sociales, vacaciones, formación, derechos sindicales, etc- que el resto de trabajadores. Un acuerdo oral o escrito entre las partes basta para empezar a ejercer la actividad profesional fuera del lugar habilitado por la empresa, que debe respetar el reglamento sobre la jornada laboral y pactar previamente las franjas horarias.

Aunque desde el 2017 la empresa no está obligada por ley a pagar la conexión a internet, tiene que devolver al trabajador el gasto ocasionado por el telemático. Por otro lado, si la compañía quiere establecer un sistema de control tiene que advertírselo previamente al trabajador afectado. No es necesario cambiar la modalidad de contrato y en ningún caso se puede obligar a un asalariado a trabajar desde casa, de la misma forma que no puede negarse sin justificación al teletrabajo cuando un asalariado lo solicite.

Si bien la experiencia francesa revela dificultades para garantizar el derecho a la desconexión, este ya se incorporó en el 2016 en la legislación laboral francesa. En la práctica significa que a un trabajador no le puede reprochar no estar localizable durante el fin de semana, por las noches o cuando está de vacaciones. Es una forma de preservar la vida personal y familiar y se aplica a todo el mundo, desde los directivos hasta los que asalariados por horas. Su cumplimiento tiene que garantizarse a través de un acuerdo colectivo o un reglamento interno al que el comité de empresa haya dado su visto bueno.

ALEMANIA Y AUSTRIA: NEGOCIACIÓN INDIVIDUAL

En Alemania no existe un derecho legal y explícito a trabajar desde casa. Si se da, se debe a un acuerdo entre compañía y empleado en el marco del convenio colectivo, o en caso de que no lo haya, fruto de un acuerdo individual entre el trabajador y la empresa.

El gobierno federal ha puesto en marcha una iniciativa llamada INQA (Iniciativa para la Nueva Calidad del Trabajo) con la que intenta orientar a empresas y asalariados sobre las formas de aplicar el teletrabajo, y sobre las reglas que hay que respetar por ambas partes. La empresa debe proveer a sus trabajadores del material técnico necesario para realizar el trabajo, respetar los horarios laborales y los descansos, así como garantizar la protección de datos. El gobierno federal también recomienda a los empleadores aumentar el flujo de información para sus trabajadores ya sea través de 'mail' o intranets corporativos, dado que el contacto personal con ellos se reduce notablemente.

Ya que la digitalización es fundamental para hacer posible el trabajo a distancia, y que esta lleva años siendo uno de los objetivos primordiales del gobierno alemán, el ministerio federal de Trabajo también ha puesto en marcha un programa de financiación a través de la INQA para apoyar iniciativas creativas e innovativas que faciliten, entre otras cosas, el teletrabajo. La inteligencia artificial es uno de los puntos a los que Berlín le da preferencia en este programa de financiación al sector privado.

En Austria, también se ha producido un aumento del trabajo desde casa desde el inicio de la pandemia. Al igual que en el país vecino, el empleador no puede obligar de manera unilateral a sus trabajadores a que trabajen desde su casas. Solo lo puede obligar si así lo establece expresamente el contrato laboral o el convenio colectivo. La empresa tendrá que especificar cuánto tiempo durará la medida de teletrabajo y tendrá que tener en cuenta los gastos derivados del uso de material privado, o de otros gastos como teléfono o internet.

A pesar de los vacíos legales que siguen existiendo en Austria al respecto de la implementación del teletrabajo, una reciente encuesta encarga por el portal de búsqueda de empleo StepStone apunta que más de la mitad de los austriacos (53%) que trabajaron desde casa a causa de la pandemia querría seguir haciéndolo en el futuro.