El impacto del brexit ha cambiado la vida de muchos españoles que viven en el Reino Unido. La sacudida les ha situado en una realidad que no esperaban. Comenzaron a sentirse extranjeros en un país donde siempre habían sido uno más. El ambiente se ha ido enrareciendo poco a poco y la falta de una salida clara, al cabo de tres largos años, aumenta la «ansiedad» y la «incertidumbre», las dos palabras más repetidas cuando se les pregunta.

Se han denunciado no pocos casos en medios de comunicación y redes sociales de residentes en el Reino Unido desde hace años a los que se les ha negado el permiso permanente (algunos de ellos casados con un cónyuge británico y con hijos de la misma nacionalidad). Aumenta la sensación de zozobra. Incluso los que no han tenido problemas perciben «un cambio en el ambiente»: «Sientes que esta ya no es tu casa».

En el Consulado de España se encuentran registrados oficialmente 165.000 españoles. A finales de agosto ya habían solicitado la residencia 86.400. Solo ese mes lo hicieron 17.300, una cifra muy elevada, que coincidió con la inquietante llegada del primer ministro Boris Johnson. Sus promesas, repitiendo que los europeos son bien recibidos, tienen poco valor y pueden caer en saco roto si finalmente lleva al país a una salida no pactada con la Unión Europea.

En esas circunstancias, la impresión de los españoles establecidos en Gran Bretaña es que el Reino Unido deberá alcanzar necesariamente un acuerdo bilateral con España, dado el alto número de británicos allí.

El daño sin embargo ya está hecho. La mayoría de los compatriotas residentes en Gran Bretaña han perdido amigos, o compañeros de trabajo, gente cercana que se ha marchado a causa del brexit.