La especulación se ha apoderado del petróleo, como lo ha hecho de otras materias primas, a través del mercado de futuros. Y, en este contexto, el barril de Brent, el crudo de referencia en Europa, superó ayer el listón de los 72 dólares (llegó a un máximo diario de 72,27), el mismo nivel de hace ocho meses y más del doble que en febrero. Nunca antes fue tan cierto aquel dicho que define los mercados de futuros como aquellos conjuntos de personas que venden lo que no tienen a otros que tampoco lo quieren. Pura especulación. Cada dólar adicional de incremento del barril encarece la factura energética mundial diaria unos 83 millones de dólares.

Y es que las expectativas de una recuperación futura de la economía mundial atraen en las últimas semanas a los inversores como moscas a la miel e incluso pueden desbaratar cualquier atisbo de recuperación. A su vez, agitan el fantasma de inflaciones elevadas en unos meses, advierten los analistas.

Ayer, el último informe mensual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), organismo que agrupa a los consumidores de los países desarrollados, desató nuevas alzas del crudo. Esta entidad elevó en 129.000 barriles diarios la previsión de la demanda mundial para este año, hasta los 83,3 millones de barriles. Esta revisión "no implica necesariamente una recuperación económica, pero puede reflejar una desaceleración en el declive", según el informe de la AIE.

China, por su parte, dio a conocer que en mayo las importaciones de crudo aumentaron el 5,5%, el segundo mayor incremento mensual de la historia. Eso también alimentó las expectativas de una próxima recuperación por parte del segundo mayor consumidor mundial del petróleo. Aún así, "lo cierto es que en base a la oferta y la demanda, el precio actual del petróleo no está justificado", afirma Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona.

SIN PELIGRO DE DEFLACION El cártel de exportadores de crudo, la OPEP, prevé que el precio cerrará este año entre los 70 y 75 dólares. En todo caso, las últimas alzas se traducirán en encarecimientos de los productos derivados y, por tanto, "el mensaje es que el peligro deflacionista pierde intensidad", añade Marzo. "El temor a la inflación, como reflejan los tipos de interés a largo plazo, que se han doblado en poco tiempo", impulsa a los inversores a buscar cobertura en las materias primas ante el alza futura de precios, afirma Francesc Xavier Mena, catedrático de Economía de Esade.

El mayor riesgo es que ese nuevo escenario, que conllevará subidas del precio del dinero a medio plazo, pille a España aún en recesión. También es arriesgado que se produzca un fuerte encarecimiento de los productos energéticos cuando el país aún no ha tocado fondo, señala Marzo. Según el último Boletín Petrolero de la UE, el precio medio del gasóleo es de 90,4 céntimos en España y el de la gasolina de 95 octanos, de 1,025 euros.