Argentina debe ser el país latinoamericano en el que la sigla FMI (Fondo Monetario Internacional) despierta más ira tanto en los funcionarios como en la sociedad. El gerente del organismo internacional, el exministro español Rodrigo Rato, lo ha comprobado estos días, en su primera gira a Latinoamérica tras haber accedido al cargo.

Rato no pensaba visitar Argentina en su gira por Uruguay, Chile y Brasil (hoy visita al presidente Luiz Inácio Lula da Silva). Pero quiso saber de primera mano qué piensa hacer el Gobierno peronista si los acreedores internacionales rechazan la oferta de reestructuración de la deuda que establece la devolución de 25 centavos por cada dólar prestado por el Estado andino.

Para el Gobierno de Néstor Kirchner no hacía falta que Rato viajara a Argentina para confirmar las escasas expectativas que despierta. El Gobierno peronista confía más en las gestiones que pueda hacer Jose Luis Rodríguez Zapatero, jefe del Ejecutivo español, ante el Fondo que en su director gerente. La simpatía hacia el Gobierno del PSOE es, en cierta medida, equivalente a la animosidad que despierta el Ejecutivo italiano, el país con mayor cantidad de tenedores de títulos de la deuda argentina, que se sienten estafados.

Humo negro de neumáticos quemados al calor de la protesta social. Rostros encapuchados de piqueteros (parados) que se apoderan del centro de la capital. Sirenas policiales. Estruendo de bombas (una de ellas, en un local del BBVA-Banco Francés con panfletos con la leyenda fuera Rato de la Argentina ). Insultos de manifestantes de extrema izquierda. Escenas que presenció de cerca el jefe del FMI que hasta tuvo que desplazarse en coche blindado por la protesta.

Kirchner culpa al FMI de los millones de pobres del país. Ayer, en Chile, Rato animó a la región: el crecimiento mundial será mayor del previsto.