Las autoridades europeas tuvieron ayer que salir en tromba a negar un recrudecimiento de los problemas de Grecia, después de que el Gobierno heleno solicitase el jueves iniciar las discusiones previas a requerir la ayuda que han comprometido la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI). "Por ahora no hay indicaciones de que vaya a pedir la ayuda", afirmó Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo y de Luxemburgo, antes de la reunión del grupo en Madrid.

Pero los mercados no lo vieron así y el euro cayó hasta los 1,3488 dólares, frente a los 1,358 dólares de la víspera. De nada sirvió que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, defendiese en una entrevista que los griegos "van por buen camino y al final no requerirán ayuda". Ni que la vicepresidenta económica, Elena Salgado, aclarase que el mecanismo de rescate (hasta 45.000 millones) no se activará hasta que Grecia lo pida.

Juncker explicó que los preparativos avanzan a un ritmo "satisfactorio". Y negó que Portugal, sobre la que crecen las dudas, vaya a seguir la senda griega. El país luso, aseguró, se ha comportado de forma responsable y va por el buen camino. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, afirmó que el país podría necesitar más medidas de ajuste, pero tiene un buen programa de estabilidad.