Quería ser presidente de la República francesa, pero será director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para acabar de amarrar su candidatura al puesto, Dominique Strauss-Kahn (DSK) tuvo que renunciar públicamente el pasado día 20 a sus aspiraciones presidenciales para el 2012. No fuera que se produjera de nuevo otra espantada antes de tiempo, como ha ocurrido con los dos últimos directores, Rodrigo Rato, por "razones personales", y Horst Köhler, para convertirse en presidente de Alemania. El día anterior, EEUU apoyó de forma oficial a DSK, como se le llama en Francia, que ha tenido que enfrentarse a la oposición de Rusia y, al principio, de Gran Bretaña.

Aunque el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quiso anotarse el fichaje, la candidatura de DSK fue propuesta por el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker. Después, Sarkozy la apoyó con entusiasmo porque mataba dos pájaros de un tiro: colocaba a un francés al frente de una institución internacional y eliminaba a un rival en el Partido Socialista, cuya ala socialdemócrata dirigía Strauss-Kahn.

Preparación y experiencia

A DSK le avala su preparación --es licenciado en Derecho Público y doctor en Económicas-- y su experiencia como ministro de Economía en el Gobierno de Lionel Jospin (1997-99), con una buena gestión basada en la recuperación del crecimiento y en el descenso del paro: el año 1998 fue el de menor desempleo en Francia desde 1969. Defensor de las privatizaciones, inventó la semana laboral de 35 horas, aunque después se distanció. Antes fue ministro de Industria y Comercio Exterior (1992-93).

Nacido hace 58 años en Neuillly-sur-Seine, en la banlieue lujosa de París, ha sido diputado (1986-91 y 2001-2007) y alcalde de Sarcelles, una de las localidades más pobres de la periferia parisiense. Sin embargo, tiene fama de diletante, bon vivant y demasiado amante de los placeres. Considerado como mujeriego, está casado en terceras nupcias con la periodista de televisión Anne Sinclair, con la que comparte seis hijos.