Junto al portal de la finca de la calle Rec Comtal donde vive Zaida Elena hay amontonadas unos escombros de obra. "Están reformando los bajos para dividirlos y hacer apartamentos turísticos", cuenta esta barcelonesa venida de argentina hace ya más de una década. Zaida y su pareja dejan este piso del distrito de Ciutat Vella el próximo mes de mayo para trasladarse a otro en l'Eixample Esquerre. No porque no les guste la zona o prefieran cambiar de aires, sino porque les vence el contrato en junio y con la subida del alquiler tendrían que destinar más del 50% de sus ingresos a pagar el techo. Este mes han pagado 920 euros por un piso de 80 metros cuadrados, "sin apenas luz natural", matiza. A partir de junio les pedían 1300 euros, una subida del 43,5%, inasumible.

Zaida es entrenadora personal en uno de los gimnasios de la cadena DIR y por las clases gana alrededor de 700 euros al mes. "Los meses que me falla algún cliente, me pongo enferma o cojo vacaciones menos", explica. Su pareja gana 1.800 euros y juntos destinan actualmente el 36,8% de sus ingresos al alquiler. Llevan ocho años en el piso de la calle Rec Comtal, por el que empezaron a pagar 850 euros en el año 2010. En ese periodo los ingresos de Zaida han disminuido, ya que en el 2013 la despidieron del gimnasio que el laboratorio Almirall tenía en una de sus instalaciones. De los 1.600 euros que se sacaba entre los dos trabajos, ahora le quedan los 700 euros del DIR, del que en el 2014 cobraba 800. "Me han salido algunas ofertas de trabajo, pero la mayoría son en negro, muy inestables y mal pagadas", comenta.

Cuando Zaida deje su casa, en la finca quedará una anciana, con alquiler de renta antigua, y un ir y venir de turistas de vacaciones. "En el primer momento que nos anunciaron la subida y nos pusimos a comparar precios por la zona, pensamos en asumirla. Era lo normal, era lo que ofrecía el mercado", cuenta entristecida. "Vives inmerso en tus cosas, no piensas que cuando venza tu contrato en tres años puedes ver peligrar la que es tu casa y no te das cuenta de la burbuja que se ha creado en torno al alquiler", reflexiona.

Zaida tuvo "la suerte", como ella misma lo define, de encontrar otro piso a un precio más asequible (1050 euros) a través de unos conocidos. "Estoy apenada por dejar mi casa, sé que estaré bien en mi futuro piso, me adaptaré, pero mi intención no era dejar mi barrio. Lo mío no es una mudanza, es una patada", expresa Zaida.

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