Sus gabardinas, trenca y los famosos estampados a cuadros en bolsos, forros y sombreros son conocidos en todo el mundo. Burberry es la firma británica por excelencia en las pasarelas de la moda internacional. Un sector, que como muchos, se está viendo afectado por la crisis. La dirección de la cotizada marca de lujo anunció ayer la supresión de 540 empleos, 290 en Inglaterra y 250 más en su factoría de Barcelona, tras eliminar la línea de ropa joven Thomas Burberry en España.

En el Reino Unido cerrará la fábrica de Rotherham, en el condado del South de Yorkshire, y habrá reducción de personal en otras dos plantas de West Yorkshire. La empresa pretende ahorrar, con la nueva reestructuración, entre 35 y 40 millones de euros, aunque insiste en que no tiene intención de dejar el Reino Unido, donde tiene a 2.000 de sus casi 6.000 empleados.

"Esta medida nos permitirá continuar con el negocio con las actuales dificultades que nos rodean y resurgir incluso más fuertes, cuando la economía global se recobre", señaló Angela Ahrendts, directora ejecutiva de la firma.

La realidad es que, a pesar de utilizar en sus costosas campañas de publicidad modelos inglesas como Kate Moss, Burberry es cada vez menos british. Hace tres años, la decisión de cerrar su factoría en el sur de Gales y poner a 300 empleados en la calle, para trasladar la producción a China, se vivió como un ultraje nacional.

La campaña de protestas y las denuncias de algunas celebridades como el cantante Tom Jones, o la actriz Emma Thompson, no sirvieron de nada. El propio príncipe de Gales y la reina Isabel II no ocultaban en privado su disgusto con la decisión.

España se ha convertido en el farolillo rojo de Burberry al registrar un descenso de la facturación del 29% en el último trimestre del 2008. El deterioro de las ventas ha llevado a la firma a anunciar plan de recorte que incluye 250 despidos en Barcelona.