Es imposible calcular con exactitud el coste que el rescate del sector financiero acabará teniendo en EEUU. Sin embargo, diversos cálculos estiman que podría acabar rondando entre 5,5 y los 6 billones de euros (equivalente a todo lo que produce el país es un año). Y, de momento, de las arcas públicas ha salido ya aproximadamente la mitad, aunque también ha empezado la recuperación de parte de lo invertido.

La parte de la intervención que más publicidad generó y que necesitó de más debate político para lograr su aprobación fue el primer plan de rescate, valorado en 500.000 millones de euros e inicialmente diseñado para comprar buena parte de la llamada deuda tóxica (una idea que luego el secretario del Tesoro, Henry Paulson, sustituyó por inyecciones directas de capital). Sin embargo, luego ha habido otras muchas acciones públicas que han comprometido más dinero, como el segundo plan de rescate de 630.000 millones de euros.

La factura final puede acabar no siendo tan alta como parece ahora. De los 1,1 billones de euros que la Administración podría acabar utilizando para la compra de papel comercial, por ejemplo, de momento solo se han gastado 212.000 millones. De los 196.000 millones de euros que se comprometían para potenciales ayudas a los bancos, se han repartido 124.000 millones entre 30 entidades.