Tres directivos de la compañía de comunicaciones francesa France Telecom podrían sentarse en el banquillo de los acusados si prospera una información judicial abierta este mes de abril por la Fiscalía de París. Un juez de instrucción les investiga por "persecución moral e insuficiencia de evaluación de riesgos". Es decir, como responsables indirectos de la ola de suicidios acaecida en la empresa entre los años 2006 y 2009. En los dos últimos años, se elevaron a 32 y los sindicatos lo imputaron a un endurecimiento de las condiciones de trabajo en una estrategia de máxima competitividad.

La Fiscalía no ha retenido la causa de "puesta en peligro de la vida de otro debido a una organización del trabajo proclive a atentar gravemente a la salud de los trabajadores", como recogía el informe de la inspección del trabajo que le fue remitido en febrero, pero sí asume que esta ola de suicidios vino acompañada de una "política de reorganización y gestión". O sea, de las decisiones del expresidente, Didier Lombard, del exresponsable de la filial Orange, Louis-Pierre Wenès, y del director de recursos humanos, Olivier Barberot.

Wenès dejó su cargo en octubre, acusado de ser el principal instigador de esta política laboral agresiva, y Lombard cedió la presidencia el 1 de marzo, momento en que la Fiscalía decidió actuar. Su situación es un poco más cómoda que un exresponsable regional a quien un juez de Besanzón persigue por "homicidio involuntario por imprudencia", después de un suicidio en el verano.

Todas estas decisiones judiciales, que han contado con el apoyo del Ministerio de Trabajo al encargar el informe sobre France Telecom, reflejan en este país que por primera vez se considera a los gestores en su conjunto como determinantes en la vida privada de sus asalariados y no solo en casos particulares de jerarquía. Así también lo ha entendido el Tribunal de Casación francés, en una sentencia donde hace responsable de "persecución moral" al propietario de una empresa.

Y así lo quieren hacer entender los sindicatos de la compañía de telecomunicaciones que empezaron a denunciar la situación hace un año y han creado un Observatorio del Estrés, que ya lleva contabilizados otros 12 suicidios en 2010. Casi uno por semana. A principios de la década, el número anual todavía era más alto y ahora se sitúa en una proporción similar a la media francesa, pero la diferencia es que en estos momentos hay mayor conciencia y, parte de estos asalariados, dejan notas culpando a France Telecom e incluso pasando al acto en la misma empresa.

La época de Lombard como presidente coincidió con el momento en que el Estado había dejado de poseer más del 50% de las acciones, en un proceso de privatización ante la apertura del mercado, y la gestión se orientó a reducir la plantilla en 22.000 personas para competir con los nuevos operadores.

Los mayores de 50

La prioridad era conseguir la marcha de los mayores de 50 años y, por este motivo, a los directores de personal se le asignaron cuotas para cumplir el objetivo. Las entrevistas no dejaban lugar a dudas. A esto se añadieron cambios de función y de destino obligatorios cada tres años. Antiguos jefes técnicos o comerciales pasaban a ser simples teleoperadores. El plan se llamó Next, el lenguaje usado era convergencia de actividades y la labor de recursos humanos se llamó Act.

La plantilla es de 102.000 personas --161.000 en 1996--, de los que 65.000 son funcionarios. El presidente, Stéphane Richard, ha anunciado ocho propuestas para modificar la gestión y le ha dado el nombre de cohesión social.