Después de casi una década de medidas extraordinarias para reflotar la economía, la Reserva Federal se dispone a replegar poco a poco las últimas velas de las que dispone para estimular el crecimiento. El banco central estadounidense anunció ayer que empezará a deshacerse gradualmente de los bonos del Tesoro y los activos hipotecarios que adquirió desde comienzos de la crisis del 2008 para aportar liquidez a las entidades financieras y rebajar los costes de financiación de empresas y particulares. La decisión, que comenzará a aplicarse en el mes de octubre, es una muestra de confianza respecto a la economía estadounidense, instalada en el pleno empleo y con una inflación más que controlada. La Fed también sugirió ayer que podría subir los tipos por tercera vez antes de que acabe el año.

Por el momento, el precio del dinero se quedará entre el 1% y el 1,25%, una cifra muy baja en términos históricos. «El mercado laboral ha seguido reforzándose y la actividad económica se ha incrementado moderadamente en lo que va de año», dijo la Fed a la conclusión de la reunión mensual de su Comité de Mercado Abierto. El banco predice que a corto plazo se notará el impacto de los huracanes Irma y Harvey, que hicieron estragos en varias regiones de Tejas y Florida, pero «la experiencia previa sugiere que es poco probable que las tormentas alteren el curso de la economía nacional».

PLENO EMPLEO / Como sucede en otras partes del mundo, la economía estadounidense ha cogido brío y, después de mucho tiempo, se habla de una expansión global sincronizada. En el segundo trimestre del año, EEUU creció un 3% del PIB y el paro está en el 4,4% de la población activa, una cifra por debajo de lo que se considera pleno empleo.

Es esa coyuntura alentadora, unida a la buena marcha del consumo y el repunte de la inversión empresarial, la que ha llevado a la Fed a anunciar una progresiva reducción de su cartera de activos, con la que pretende devolver cierta normalidad a la política monetaria. Para comprender en qué consiste, hay que volver la vista al hundimiento del 2008. En una primera fase, la FED se dedicó a inyectar liquidez en bancos y aseguradoras para evitar las quiebras generalizadas. A ese primer rescate, lanzado en paralelo a las bajadas de tipos, que quedaron en mínimos históricos, le siguieron tres rondas de quantitative easing, un programa masivo de compras de bonos del Estado y activos hipotecarios para reducir los costes de financiación de empresas y consumidores.

En el 2008, los activos en el balance de la FED no llegaban al billón de dólares. Actualmente, rondan los 4,2 billones. «Ya no tienen excusas porque con el pleno empleo, un crecimiento del 3% en el segundo trimestre y la inflación contenida, no pueden seguir teniendo tantos activos en su balance», dice el profesor de la OBS Business School, Alenxandre Muns. «Como los tipos están tan bajos, se ha creado una burbuja en las bolsas, en parte porque los ahorradores no tienen muchas más opciones para invertir su dinero», añade el economista español afincado en Washington.

LOS PLAZOS DEL PROCESO / La Fed empezará a reducir sus activos en octubre, con un monto inicial de 10.000 millones, que aumentará gradualmente a partir de entonces, a menos que cambie sustancialmente la coyuntura macroeconómica. A medida que venzan los bonos, no reinvertirá sus rendimientos o lo hará solo parcialmente. El resultado y las formas del repliegue se seguirán muy de cerca en Europa, ya que también el Banco Central Europeo acabó recurriendo al quantitative easing para estimular la economía del continente.

Algunos economistas consideran que hay margen para no precipitarse, dado que la inflación está todavía por debajo del ambicionado 2%. Pero la estrategia de la Reserva Federal es desde hace algún tiempo inequívoca: recuperar una política monetaria más restrictiva. Tanto para evitar un eventual recalentamiento como para recuperar parte de su artillería en caso de que vuelvan los nubarrones.