Al presidente del BBVA, Francisco González, le ha durado poco la tranquilidad. La Fiscalía Anticorrupción decidió el pasado viernes investigar la venta de su antigua empresa de bolsa, FG Valores, aunque no formalizó la decisión hasta el lunes. Las diligencias informativas también examinarán la labor de supervisión que llevó a cabo la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el organismo regulador del mercado bursátil, en 1996.

La fiscalía decidió las diligencias tras conocer que la CNMV "había iniciado y poco tiempo después había archivado" una investigación sobre la venta de FG Valores al grupo americano Merrill Lynch. Además de la operación mercantil, Anticorrupción investigará la actuación de la CNMV por si "pudiera derivarse algún tipo de infracción penal". El fiscal Daniel Campos será el encargado de dirigir la investigación. De momento ha pedido a la CNMV que le envíe la documentación disponible sobre el caso. Las diligencias quieren comprobar si, como sostiene la CNMV, los supuestos delitos apreciados habrían prescrito.

GONZALEZ MINIMIZA EL CASO Minutos después de conocerse la decisión, el presidente del BBVA, que presentaba los resultados anuales del banco ante la prensa, aseguró que esas diligencias "no tienen trascendencia" al ser procedimentales.

La decisión de la fiscalía reabrió la polémica política entorno al escándalo financiero. Desde Buenos Aires, el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, eludió pronunciarse. Se limitó a defender "la autonomía" judicial. En el mismo sentido intervino el vicepresidente Pedro Solbes. En cambio, el PP pidió al Gobierno que dé instrucciones --"por puro sentido de la dignidad", según Miguel Arias Cañete-- para que se paralicen las investigaciones, y anunció que pedirá la comparecencia del Fiscal General del Estado y del ministro de Justicia en el Parlamento.

Ante los medios, González eludió contestar las acusaciones del PP --partido que le aupó a la presidencia de la antigua Argentaria-- sobre un eventual "acoso" del PSOE al presidente del BBVA. Dijo que las relaciones que mantiene con el Ejecutivo son "normales", "como con cualquier otro Gobierno".

Sobre las sospechas que envuelven la operación de 1996, aseguró que toda su vida profesional es "publicable y moralmente aceptable". "Animo a todos los que están en la campaña a que sigan, a ver si se aburren algún día". Argumentó que el puesto que ocupa es "codiciado" lo que hace previsible más informes contra él con "calumnias, mentiras y ataques espúreos".

Sobre el daño que sus problemas privados puedan causar a la reputación del banco, se limitó a subrayar que ha recibido muchos, "muchísimos", apoyos estos días. "La sociedad civil se ha levantado", agregó. En la junta general de accionistas del próximo 26 de febrero se comprobará los apoyos del presidente entre los propietarios del banco.

CINCO AÑOS MAS EN EL CARGO Sugerida la posibilidad de que adelante la sucesión en el banco y que le sustituya el consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri, González recordó que el consejo del martes aprobó presentar a la junta su renovación como consejero --y luego presidente-- otros cinco años.

También justificó que no acudiera a la CNMV el miércoles de la pasada semana pese a la llamada del presidente de la Comisión, Manuel Conthe: "No sabía si lo que estaba abierto era un expediente o una información". "No tengo ningún problema en ir a la CNMV", aclaró. Volvió a insistir en que desconocía las irregularidades y el agujero de 800 millones de pesetas denunciados en la venta de su agencia de bolsa a Merrill Lynch. "El monto de la operación de venta pactado el 20 de febrero fue el mismo que se cerró el 14 de noviembre".

Del intento de la constructora Sacyr-Vallehermoso de entrar en el banco, Conthe dijo que "no necesitamos ningún núcleo duro (de accionistas) y no lo tienen las instituciones como esta".

El banco publicó ayer los sueldos de González, Goirigolzarri y el secretario del consejo, José Maldonado. Se han bajado el sueldo, pero se han subido la jubilación y, si los despiden, percibirán el sueldo íntegro durante cinco años. El presidente del BBVA ganó el pasado año 3,61 millones de euros. Los compromisos de jubilación de los tres suman 55,67 millones de euros.