La inflación alcanza el 4%. La tasa de paro se incrementa mes a mes. La vivienda se paga a precios prohibitivos. El consumo de las familias empieza a moderarse, pero sin que suceda lo mismo con los elevados niveles de endeudamiento que han asumido en estos últimos años.

Todo resultaría menos trágico si no fuese porque también sabemos que el esplendoroso crecimiento económico ha perdido la intensidad de la época del ´milagro español´. Durante aquellos años se cerró la boca a los críticos al grito de ´España va bien´, un lema que, como los flanes, se ha revelado inestable y perecedero.