Un informe reciente del Banco de España aseguraba que la deuda de las empresas españolas cayó por vigésimonoveno mes consecutivo en agosto para situarse al nivel más bajo desde marzo del 2007. El ajuste se percibe en todas partes. Son pocas las compañías que no han despedido trabajadores, han rebajado salarios o han cercenado sus inversiones de capital. Pero todo hace indicar que no es más que el principio porque, según el Fondo Monetario Internacional, la situación del sector privado es acuciante. El 40% de la deuda corporativa española está en manos de empresas que serán incapaces de devolverla “a medio plazo” a menos que tomen medidas urgentes.

La preocupación del FMI por la deuda empresarial de los países de la periferia no es nueva. En abril, durante su Asamblea de Primavera, advirtió de que el endeudamiento de algunas grandes corporaciones de España y Portugal se había vuelto “insostenible”. Y ahora sigue insistiendo en el tema, aunque ampliando el foco también a las pymes. Según expone su informe de Estabilidad Financiera, dos tercios de la deuda corporativa en ambos países está en manos de compañías con una ratio de deuda relativa a sus activos igual o superior al 40%. Es decir, hipotecadas hasta los dientes. Por cada 100 euros que poseen en activos, deben al menos 400.

El endeudamiento no solo se limita a aquellos sectores donde floreció la especulación y los riesgos suicidas durante los años de la burbuja, como la construcción y el inmobiliario. Según la institución que dirige Christine Lagarde, afecta también al sector manufacturero, que incluye la industria, las energéticas y las tecnologías de la información. Son además las pymes las que más presión están sintiendo porque su acceso a la financiación es complicado que el de las multinacionales y los tipos de interés más caros.

No es ningún secreto que cientos de empresas están cerrando en todo el país. Un estudio de la agencia de calificación de riesgos Axesor aseguraba hace unos meses que en el primer trimestre del 2013 se batió un récord de quiebras, después de que 2.564 compañías se declararan en suspensión de pagos. Pero la previsión del FMI es que la sangría continúe a menos de que se tomen medidas drásticas. El 40% de la deuda empresarial corporativo está en manos de compañías que “serán incapaces devolverla a medio plazo a menos que lleven a cabo ajustes para reducir su deuda, sus costes operativos o sus gastos en capital”. Según el Banco de España, en el segundo trimestre del año la deuda total equivalía al 92% del PIB.

Esta situación ha agravado la ya de por sí delicada salud de los bancos. “Estas presiones sobre el servicio de la deuda, unidas al débil contexto económico, han hecho que aumenten los préstamos impagados, empeorando la calidad de los activos en los balances bancarios”, dice el Fondo refiriéndose a España, Portugal e Italia. Y eso ha hecho que los bancos, en un círculo vicioso, suban los tipos de interés “en respuesta al aumento del riesgo de los préstamos bancarios”.