En una situación económica como la actual, el diablo está en los detalles o, para ser más exactos, en las décimas. Hay seis de diferencia entre la previsión de crecimiento de la economía española que el Gobierno baraja para el año que viene (1,3%) y la que ayer presentó en Washington el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Perspectivas Económicas Mundiales (0,7%). Y cuál de los dos pronósticos sea más acertado tiene importantes consecuencias: de ello depende que funcionen los planes de ajuste elaborados por José Luis Rodríguez Zapatero o que el Gobierno se vea obligado, si el crecimiento es tan bajo como calcula el FMI, a realizar nuevos ajustes.

La diferencia, casi del 50%, se produce incluso cuando el FMI ha revisado levemente al alza las perspectivas económicas para España, subiéndolas una décima respecto a los cálculos de julio tanto para el año que viene como para este, cuando España será la única economía avanzada que se contraerá (un 0,3%).

Son también los cálculos que el FMI ve como demasiado optimistas por los que el organismo se atreve a decir con contundencia que España, como Estados Unidos, son las dos economías avanzadas que "no lograrán estabilizar su deuda para el 2015".

MALAS PERSPECTIVAS En el informe hay también advertencias generales sobre los altos índices de desempleo, y no hay dos países donde las perspectivas sean peores que España e Irlanda. Ambos comparten circunstancias como el "desproporcionado crecimiento" que vivió antes de la crisis el sector de la construcción y en ambos casos está claro para el FMI que "llevará un tiempo considerable" la redistribución de ese peso económico y de la mano de obra. "El desempleo en España no muestra ninguna señal de bajar de los muy altos niveles, debido a las rigideces del mercado laboral y el colapso de la construcción", sentencia el texto.

Más allá de los problemas concretos individuales, la presentación, ayer, del informe sirvió para dejar en evidencia la que se augura como la más importante batalla entre distintos intereses nacionales que pone en peligro un impulso coordinado de la recuperación económica: la guerra de divisas, que centrará la reunión del G-20 este fin de semana.

REEQUILIBRIOS El economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, se esmeró ayer en subrayar la necesidad de acometer no solo reequilibrios internos, sino también externos. Y es en los segundos donde se presenta el reto. Países, como EEUU, que han confiado excesivamente en la demanda interna deben potenciar ahora sus exportaciones, mientras que los países emergentes deben hacer lo contrario. Pero es difícil esa meta si las cotizaciones de las monedas siguen como hasta ahora. En los ojos de todos está Pekín. El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, renovó ayer sus apelaciones a China para que permita una revalorización de su moneda.