El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha vuelto a dar un baño de confianza a la economía española, una de las pocas luces en un contexto internacional que languidece por los bajos precios de las materias primas y la desaceleración de China, que crece al ritmo más lento del último cuarto de siglo. El FMI augura que España crecerá este año un 2.7% del PIB y un 2.3% en 2017 pese a la inestabilidad política que se ha instalado en el país a raíz de las últimas elecciones generales y la situación en Catalunya. Esas cifras suponen una revisión al alza de dos décimas y una décima respectivamente de lo proyectado en octubre y, aunque han llevado al presidente en funciones, Mariano Rajoy, a describirlas como “muy buenas”, son un reflejo de que la recuperación pierde fuelle, después de que se cerrara el 2015 con un crecimiento del 3.2%.

"España ha hecho mucho en términos de reformas", ha asegurado este martes el economista jefe del FMI, Maury Obtsfeld, en una rueda de prensa. Obtsfeld matizó no obstante que el impasse político que vive el país por la incapacidad de Rajoy para formar gobierno "podría pesar" en la evolución económica, por lo que expresó su deseo de que pueda alcanzarse una solución "rápida", lo que resultaría positivo para la economía. A esa misma lógica se agarró Rajoy para reclamar la formación de un Ejecutivo "que dé estabilidad, seguridad, certidumbre y que tenga una amplia mayoría para poder gobernar". El presidente resaltó que España es, junto a Alemania, "el único país del mundo al que se ha mejorado la previsión” y abogó por una coalición que “persevere” en las políticas económicas aplicadas hasta ahora. Los augurios del Fondo son, en cualquier caso, menos optimistas que los de su Gobierno, que preven un crecimiento del 3% para 2016 y el 2.9% para 2017.

De lo que no hay duda es que España vuelve a sobresalir de la mediocridad reinante en la eurozona, cuya expansión debería rondar el 1.7% del PIB durante este año que comienza, una décima más de lo previsto en octubre. Esa revisión al alza está motivada por el ahorro que representa en el bolsillo del ciudadano de a pie la caída de los precios del petróleo, que debería reflejarse en un incremento del consumo. También ha mejorado en una décima el la previsión deAlemania, que se espera que crezca un 1.7%, muy lejos todavía de lo que se espera de la locomotora europea. Francia e Italia cerrarían el año con un incremento del PIB del 1.3%. “En la zona euro, el fortalecimiento del consumo privado, estimulado por el abaratamiento del petróleo y las condiciones financieras favorables, está compensando el debilitamiento de las exportaciones netas”, asegura el informe presentado este martes.

EFECTO CHINO

La actualización de las previsions del FMI llega en un momento delicado para los mercados financieros. En lo que va de año han sufrido acusadas caídas por el hundimiento de los precios del petróleo y el frenazo de China, que sigue pilotando su transición de un modelo basado en las manufacturas y las exportaciones a otro cimentado en el consumo y los servicios. El gigante asiático está llamado a cerrar el año con una expansión del 6.3%, seis décimas menos que durante el ejercicio anterior. Estos factores, unidos a la prolongada recesión de Rusia (-1% en 2016) y Brasil (-3.5%) o la moderada expansión de EE UU (2.1%), han llevado a los analistas del Fondo ha recortar por tercera vez en menos de un año las previsiones de crecimiento mundial.

Durante este ejercicio se situaría en el 3.4% para crecer hasta el 3.6% en 2017, dos décimas menos en ambos casos de lo proyectado hace tres meses. Pero el Fondo no descarta sorpresas desagradables porque los riesgos continúan "inclinándose a la baja" debido a la desaceleración continuada de los emergentes, la caída de las materias primas y la subida de los tipos de interés en EE UU. "Si estos retos fundamentales no se manejan adecuadamente, el crecimiento mundial podría descarrilar", advierte el FMI. Un informe reciente de Morgan Stanley sostiene que las probabilidades para que se produzca este año una recesión global son del 20%. Por "recesión global" entiende un crecimiento inferior al 2.5%, el mínimo que necesita la economía mundial para acomodar el crecimiento de la población.