Que España no saldrá del hoyo de la recesión hasta el 2014, como mínimo, no parece discutirlo nadie. Donde no hay consenso es en la longitud del tobogán a ninguna parte por el que se desliza la economía española, asfixiada por los recortes de austeridad como tantas otras de la periferia europea. El Fondo Monetario Internacional ha revisado este martes una décima a la baja sus últimas previsiones de enero y, como ya hizo la Comisión Europea, ha rebatido el optimismo de los objetivos del Gobierno. Para este año predice una caída del crecimiento del 1,6%, un agujero del que se empezará a salir en el 2014 con un repunte del PIB del 0,7%.

De cumplirse estas predicciones, las marcas fijadas por el Ejecutivo quedarían en un mero ejercicio de ciencia ficción, ya que el Ministerio de Economía vaticina para este año un retroceso del 0,5% y un crecimiento en 2014 del 1.2%. La buena noticia en términos macroeconómicos es que la devaluación interna a la que esta siendo sometida la economía española a golpe de austeridad y de reformas como la laboral, que facilitan la rebaja de salarios, sigue mejorando el balance por cuenta corriente, el saldo de las operaciones de bienes, servicios y transferencias entre España y el resto del mundo. Este año podría registrar un superávit del 1,1% del PIB y del 2,2% en 2014, según el organismo internacional que dirige Christine Lagarde.

Pero, entre tanto, seguirá aumentando el paro sin que se aviste en el horizonte cercano un cambio significativo de tendencia. Muy en la línea de las predicciones del Banco de España, el FMI calcula que el desempleo cerrará el año en el 27% de la población activa y apenas bajará en el 2014 hasta el 26,8%, superando incluso a Grecia como el farolillo rojo de la eurozona.

Mejoría con baches

La economía de los 17 se mantendrá durante este ejercicio en recesión y volverá a crecer en el próximo un 1,1%, muy lejos todavía del fuelle que se le presuponía antes de que la crisis tambaleara sus cimientos. En términos globales, los países emergentes siguen tirando del carro, aunque el crecimiento mundial está prácticamente estancado. Ni EEUU ni Japón llegarían este año al 2% de crecimiento, mientras el conjunto del planeta se quedará en el 3,3%, una décima más que el año anterior.

Del informe del FMI, que celebra esta semana en Washington su reunión de primavera, un cónclave de debates, augurios y palmadas en el hombro entre los ministros de Economía y Finanzas de sus 188 países miembros, ha desaparecido sin embargo buena parte del lenguaje siniestro de los últimos tiempos. "Las perspectivas globales han mejorado nuevamente, aunque el camino hacia la recuperación en las economías avanzadas seguirá estando lleno de baches", dice el documento.

La Eurozona, el gran polvorín

Las decisiones de los últimos seis meses han logrado desactivar la amenaza de la ruptura de la eurozona y la abrupta contracción fiscal en EEUU que vaticinaba esa absurda ruleta rusa con la que coquetearon sus políticos en el abortado abismo fiscal, según destaca el informe.

Las bolsas han resucitado, especialmente en EEUU, donde están haciendo el agosto, y se han rebajado las tensiones sobre la deuda soberana en la periferia europea. Pero, según el FMI, la mejoría de las condiciones financieras para los inversores y los estados no se está traduciendo en un alivio para las familias y las empresas. El crédito bancario está seriamente restringido en muchas economías, lastradas también por "el ajuste fiscal, la falta de competitividad y la debilidad de los balances".

La zona euro sigue siendo el gran polvorín de la economía mundial y el FMI advierte de que "persisten viejos peligros y asoman unos cuantos nuevos". Apunta concretamente al desaguisado político en Italia y a la resaca del chapucero rescate en Chipre. Eso a corto plazo. En el medio, los riesgos se derivan de la "fatiga con el ajuste fiscal, de la insuficiencia de las reformas institucionales y del estancamiento de la zona euro", al que hay que sumar fuera de sus fronteras, los elevados déficits y la deuda de EEUU y Japón.