El Gobierno insistió hoy en que su previsión oficial de crecimiento económico para el año que viene, del 3,3 por ciento, sigue siendo posible pese a las turbulencias financieras y es "prudente", a pesar de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reducido esta estimación al 2,7 por ciento. En su último informe, hecho público hoy, el FMI prevé para España un crecimiento del 2,7 por ciento en 2008 -siete décimas menos que su estimación en julio- y calcula un aumento del PIB del 3,7 por ciento para este año, frente al 3,8 que este organismo estimaba antes, porcentaje que sigue defendiendo el Gobierno.

Fuentes del Ministerio de Economía señalaron que la estimación del 3,3 por ciento es "prudente", como ya lo era cuando se hizo pública en verano, ya que estaba incluso por debajo de la que tenía entonces el propio Fondo Monetario. Para Economía, el impacto directo de las turbulencias financieras en la economía española va a ser "nulo", mientras que el indirecto aún no se ha podido calcular, y en cualquier caso no se considera que vaya a ser "tan grande" como para hacer que bajen bruscamente las previsiones de crecimiento. Por eso, el departamento que dirige Pedro Solbes insistió en que "es posible conseguir" el crecimiento que sigue defendiendo el Gobierno español.

Por otra parte, frente a la tesis del FMI sobre una "corrección" en el mercado inmobiliario español, que podría hacer reducir el crecimiento, el Gobierno insiste en que lo que se producirá es un "aterrizaje suave" del sector de la construcción, porque "no hay ningún indicador que anticipe lo contrario", según las mismas fuentes.

Economía también ve de otra forma el análisis que hace el Fondo sobre los efectos de la apreciación del euro, que en el caso de España pueden ser negativos por encarecer sus exportaciones a terceros países y porque la economía "carece de competitividad" para compensar este efecto, dice el informe. Sobre esta cuestión, las fuentes del Ministerio consultadas recuerdan que el 70 por ciento de las exportaciones españolas se dirigen a la Zona Euro, con lo que no se ven afectadas por la apreciación de la moneda.

Además, un euro fuerte es beneficioso en determinadas importaciones, especialmente para el petróleo, al compensar su encarecimiento.