Endeudarse por trabajar en la recogida de la fresa en Huelva. Eso es lo que hacen miles de mujeres marroquís durante estas fechas. No saben si al final serán seleccionadas, pero ya han reunido un puñado de euros con la ayuda de los familiares para pagar el visado.

Es uno de los pocos gastos a su cargo. Agolpadas a las puertas de un polideportivo de la ciudad de Marraquech se esfuerzan por sumar méritos. "Yo estuve el año pasado, y he vuelto, ¿eh?", dice Fátima, exhibiendo su pasaporte, que da cuenta de los seis meses trabajados el año pasado en Huelva.

Según Alfredo Ramos, secretario general de la Consejería de Trabajo de la Embajada de España en Rabat, "en ocasiones, los contratos se amplían porque las campañas se hacen en dos etapas, plantación y recogida. Por eso hay mujeres que se quedan hasta al final".

Tabla de salvación

Rachida, de Tánger, es también temporera repetidora. Tiene apenas 28 años, pero el arduo trabajo en el campo marroquí le ha marcado. Aparenta unos 40 en cara y manos. Con tres hijos y un marido discapacitado, la tabla de salvación es un contrato temporal en España que le reporta entre 3.000 y 4.000 euros a su regreso. "¡Una caja, fresa, hacer, dinero, cuánto, mucho, poco...!", grita, recitando las palabras aprendidas de la mano de los agricultores. "Nos cuidan, estamos bien acogidos" --continúa-- "y dormimos muy bien".

Son las 13.00 horas y siguen llegando ríos de mujeres, algunas tras recorrer cientos de kilómetros, hasta Marraquech. De esta región saldrán seleccionadas "unas 1.500", comenta Abdelali Tazi, director de la Agencia Nacional marroquí de promoción de empleos y de competencia (ANAPEC), que equivale al Inem en España. El resto serán elegidas en Fez, Agadir y Mohamedia. Provistas de la documentación exigida no ocultan su necesidad. "¡Queremos, mucho, mucho trabajo!", comenta Aicha.

Su perfil responde a la demanda de los empresarios españoles y de la agencia marroquí: debe estar casada, tener entre 18 y 45 años, y al menos un hijo menor de 14 años. "Las autoridades, tratando de asegurar el regreso, prefieren que tengan cargas familiares", explica Ramos. Aun así, "entre un 5 y un 10% se quedan irregularmente en España", asegura Kenza Elghalli, de la Universidad de Rabat.

Condiciones mejorables

Desde el inicio de las contrataciones, se muestra vigilante ante las condiciones de las mujeres en España que, a su juicio, son mejorables: ganan 34 euros y la jornada es de seis horas y media. El alojamiento y un viaje, a cargo del empresario. El otro, el de vuelta, lo pagan de su bolsillo las jornaleras. Así como la manutención. "Para ahorrar, hacemos las compras colectivamente", explica Aicha, que, para economizar, ni siquiera telefoneará a la familia mientras dure la temporada.

Para la campaña 2008-2009, el contingente marroquí es de unas 16.000 mujeres, un 27% más que en años anteriores. Este importante aumento obedece "al descenso de mujeres procedentes de países como Rumanía, Polonia o Ucrania y a la satisfacción de los empresarios españoles, que han expresado su máxima confianza en los contratos de trabajo temporal en Marruecos", asegura Alfredo Ramos.

A pesar de la crisis económica que se ha instalado en España, las previsiones de los agricultores son seguir aumentando el número de mujeres marroquís que acuden a la recolección de la fresa. "Unos 80.000 temporeros van al campo, de los cuales solo 40.000 son españoles", añade Ramos.