El horizonte económico, social y laboral que se augura tras el paso de la covid-19 es, al mismo tiempo que devastador, impredecible. Por el momento, esta pandemia, además de ser una de las emergencias sanitarias más preocupantes de las últimas décadas, desde la perspectiva laboral ha mermado millones de puestos de trabajo en todo el mundo, ha reducido la jornada laboral de otros y ha obligado a replantear las rutinas de quienes han podido mantener su puesto de trabajo, ya sea de forma presencial o por vía telemática.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha estimado que, a causa de la pandemia y el confinamiento, cerca de 1.600 millones de personas se han quedado desprotegidas; han perdido su empleo a causa de la paralización económica y no disponen de ningún mecanismo de protección que pueda asegurar sus ingresos. Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT en España, augura además la incapacidad del sistema para regenerarse rápidamente: "Tras la pandemia, es posible que se destruyan muchos trabajos y haya más de 500 millones de personas buscando un trabajo, sin poderlo encontrar".

En efecto, la emergencia sanitaria y la paralización de la economía urgen establecer medidas extraordinarias que requieren la implicación de los actores públicos en la financiación y en la gestión de la recuperación.

Lecciones de la Covid-19

La pandemia permite extraer distintas lecciones en cuanto al mercado laboral y a los objetivos laborales de corto y largo plazo, entre los que destaca la importancia de los sistemas de salud y de protección social para asegurar el bienestar de todo el mundo. Esta situación también permite reflexionar hacia dónde deben avanzar las economías para ser más sostenibles, tanto en términos sociales como ecológicos, y pone de manifiesto la importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para marcar el avance. "La recuperación es una oportunidad para reconstruir la sociedad sobre bases más sostenibles e inclusivas", añade Nieto, sobre los resultados que puede tener la pandemia.

Otra de las lecciones que deja esta catástrofe es la importancia del trabajo, que ha adquirido un valor distinto, ya sea por la falta de este, su adaptación a vías telemáticas y la importancia que han tomado los trabajos esenciales. El trabajo se regula por el octavo ODS de la Agenda 2030. "La reconstrucción económica y social debe orientarse a través de este objetivo hacia una sociedad más resiliente, inclusiva, sostenible y con más alianzas", explica el director de la OIT en España. "Para ello deben fortalecerse los sistemas de salud y de protección social y crear unos nuevos allí donde aún no los hay".

El ODS 8 impulsa el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos. Su herramienta son las políticas públicas, por lo que interpela los actores públicos a asumir responsabilidades y, tras este escenario global, restablecer el entorno sobre el cual se va a desarrollar la actividad económica.

Retos pendientes

El parón mundial ofrece la posibilidad de replantear el paradigma laboral a través de los retos que plantea el futuro. "Antes de la pandemia había dos asignaturas que todos los mercados laborales tenían que superar: el avance hacia una economía sostenible, baja en carbono, y la digitalización y adaptación a la revolución tecnológica", explica Nieto. Tras la pandemia, estas cuestiones pendientes toman aún más relevancia.

En cuanto a la transición hacia una economía verde, todo apunta que promoverá la creación de millones de puestos de trabajo a medida que las empresas adopten prácticas sostenibles. Además, esta transición ayudará a mantener los empleos vinculados directamente a los ecosistemas y los puestos de trabajo vulnerables a los riesgos ambientales locales.

Por otro lado, el avance de la digitalización y la tecnología, como la inteligencia artificial, la automatización y la robotización del mercado laboral, va acompañado de interrogantes, como su efecto en las dinámicas de destrucción o creación de empleo, los cambios en los puestos de trabajo, las nuevas competencias profesionales, la productividad y las brechas digitales. Es un proceso social aún en construcción, pero todo apunta que los trabajos eliminados se suplirán con la emergencia de nuevos trabajos relacionados con la innovación de producto y nuevos servicios.

Para ello, será necesaria la alfabetización digital, además de la adquisición de competencias digitales básicas para superar la brecha digital. "Sean cuales sean las nuevas formas de trabajo que genere la irrupción de las plataformas digitales, la revolución tecnológica y la transición ecológica, estas nuevas formas deben tener unos derechos que garanticen el trabajo decente", observa Nieto. Para lograrlo, en ambas cuestiones será vital el apoyo de las administraciones públicas y el desarrollo de una estrategia nacional para fomentarlas y establecer una legislación en la que el trabajo decente se pueda desarrollar correctamente.

En la Agenda 2030, el escenario ideal sería que la gran mayoría de países estuvieran lo más próximo o habiendo completado el ODS 8, facilitando así el empleo pleno y productivo y un trabajo decente para todos. De hecho, alcanzar todos los ODS "sería cambiar el mundo y dar garantías de un mundo que pueda seguir en convivencia y con capacidad de resiliencia respecto a cualquier devenir", concluye el director de la OIT en España.

El camino hacia un futuro mejor ya está marcado: únicamente falta el impulso hacia adelante para lograrlo en todo el mundo.