George Bush acudió a la reunión del G-20 (los países ricos del G-7, la UE, y los emergentes Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia) en un ejemplo de la importancia de este grupo y de la necesidad de dar una imagen de unidad.

La importancia del G-20 viene dada por la presencia de las economías emergentes, que están en mejores condiciones que los países desarrollados. Por eso, el G-7 no pudo evitar que de la reunión del sábado en Washington surgiera una crítica: que la crisis ha evidenciado las "debilidades sistémicas" y los "errores" de unas políticas que instituciones como el FMI pusieron como ejemplo a los países en desarrollo. El G-20 aprobó el plan de acción del G-7, pero dejó clara su intención de convertirse en un mecanismo con mayor peso.