La idea de crear un impuesto mundial sobre los bancos ha quedado enterrada en la reunión del G-20 en Busan (Corea del Sur). La iniciativa, impulsada por Estados Unidos y por el Reino Unido, consistía en la creación de un impuesto sobre la banca con el que se pretendía dotar un fondo para compensar a los contribuyentes por el rescate con dinero público de las entidades financieras y para atender también futuras operaciones de salvamento.

Sin embargo el comunicado emitido ayer por los ministros de Finanzas y banqueros de la entidades centrales de los 20 países más ricos o emergentes del planeta ha puesto en evidencia que tal propósito ha sido imposible de conseguir. A la medida se han opuesto Canadá y Australia, que no han tenido que rescatar entidades, y países emergentes como India o Brasil, temerosos de un colapso en el crédito necesario para la recuperación mundial.

En el comunicado de la reunión de Busan, preparatoria de la cumbre de jefes de Estado del G-20 de Toronto (Canadá) los días 26 y 27 de junio, no se menciona la tasa. Tan solo se afirma el deseo de que "el sector financiero aporte una contribución justa y significativa para pagar toda la carga asociada a las intervenciones gubernamentales, allí donde han tenido lugar" y deja a cada país la decisión.

También en relación a la reforma del sistema financiero, el comunicado de la reunión celebrada en Busan sí se compromete con el objetivo de conseguir un reforzamiento de las exigencias de capital y liquidez al tiempo que avance la recuperación económica, en todo caso "antes de finales del 2012". Las nuevas normas, posiblemente, serán fijadas, no en la cumbre de Toronto, sino en la del próximo mes de noviembre, en Seúl.

AJUSTE, SIN PASARSE Donde el G-20 sí ha logrado un mayor acuerdo este fin de semana es en el respaldo a las política de ajuste del déficit. La crisis de la deuda pública europea ha colocado en primera línea del debate el tema de los déficits públicos, por delante incluso de la reforma del sistema financiero, que era lo previsto. "Los recientes eventos subrayan la importancia de unas finanzas públicas sostenibles", que se deben combinar con "medidas creíbles que favorezcan el crecimiento", se subraya. "Los países que atraviesan serias dificultades presupuestarias deben acelerar el ritmo de la consolidación", se añade.

La ministra española de Economía, Elena Salgado, presidenta de turno de la Unión Europea, se mostró a favor de una "rápida" consolidación fiscal en Europa, pero sin excederse en la "frenada". La ministra, que presentó las medidas acordadas por España ante los miembros del G-20, también insistió en que el ajuste debe ir acompañados además de reformas que potencien el crecimiento".