Los países ricos y los emergentes no se ponen de acuerdo sobre la tasa que se pretende imponer a las entidades financieras para recuperar el dinero gastado en su rescate y crear fondos para afrontar futuras crisis bancarias. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) defienden la medida, pero los países emergentes, Canadá y Australia se oponen porque temen que pueda producirse un ahogamiento del crédito.

"No hay apoyo universal para ello en el G-20, por lo menos de momento, y no creo que la situación vaya a cambiar en Corea del Sur", admitió ayer Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EEUU, en referencia a la reunión que los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales del grupo mantendrán hoy y mañana en la localidad costera de Busan.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha propuesto dos tasas, una para pagar futuras debacles de bancos y otra para limitar el riesgo que asumen las entidades. Para facilitar el pacto, el organismo presentará una versión "revisada" de su iniciativa en la cumbre de los países ricos y emergentes, que representan el 85% de la economía mundial.

El acuerdo parece complejo. El Gobierno de Barack Obama se ha propuesto introducir una tasa en su país para recuperar 90.000 millones de dólares en diez años. En la UE, se estudia crear un fondo de rescate dotado por el sector similar al Fondo de Garantía de Depósitos español.

POR CUENTA PROPIA Algunos países se disponen a actuar por su cuenta. "Preferimos evidentemente un acuerdo internacional sobre la tasa bancaria con sus detalles, pero si no es posible, vemos la posibilidad de acordar los principios entre los países que sí vamos a introducirla", dijo el primer ministro británico, David Cameron. El Reino Unido, advirtió, aplicará la medida "en cualquier caso". El problema es que los países que no han tenido que salir en rescate de su banca no ven necesaria la iniciativa.

El G-20 debe "mantener los ojos en la pelota", defendió el ministro de Finanzas canadiense, Jim Flaherty