Dado que el mundo vive "el mayor shock económico desde la Gran Depresión" (en palabras de Alistair Darling, ministro de Finanzas británico) el G-7 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Reino Unido, Italia y Japón) ha decidido tomar "medidas urgentes" para aumentar el control y la transparencia de los mercados financieros, cuya opacidad y secretismo son considerados los culpables de la actual crisis financiera y crediticia. Por eso, entre otras medidas, el G-7 pidió el viernes en una reunión de sus responsables de finanzas en Washington que los bancos divulguen "completamente" en 100 días su nivel de pérdidas y de riesgo.

El ultimátum es uno de los puntos de un informe del Foro de Estabilidad Financiera (FEF) --formado por representantes de bancos centrales y de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM)-- que el G-7 tomó como propio. "Una rápida aplicación del plan no solo aumentará la resistencia del sistema financiero global a largo plazo sino que debería aportar confianza y mejorar el funcionamiento de los mercados", reza el comunicado del G-7.

EXIGENCIAS El informe del FEF recomienda endurecer las exigencias a los bancos para asegurar que pueden soportar periodos de estrés en los mercados financieros, y también aconseja una mayor cooperación internacional entre los bancos centrales (que llevan meses intentando aportar liquidez a los mercados a través de millonarias inyecciones de capital) y los reguladores. El objetivo es lograr que los mercados sean menos secretistas y evitar una situación como la actual, desatada por la caída de las hipotecas basura subprime en EEUU que ha arrastrado consigo un sistema de productos financieros en Wall Street con vinculaciones en las bolsas e instituciones bancarias del mundo.

Al margen del ultimátum, el plan enumera otras medidas: revisión "urgente" de los sistemas de contabilidad y de gestión de riesgo; elevar las exigencias de capital de los productos financieros más complejos; mejorar el trabajo de las agencias que tasan los niveles de crédito; reforzar la capacidad de respuesta de las autoridades ante situaciones de riesgo, y más cooperación entre reguladores financieros.

Todo ello porque la crisis en el sector inmobiliario de EEUU es "un desafío más prolongado" de lo que el G-7 había previsto. En su comunicado, los ministros de Finanzas del G-7 evitaron utilizar la palabra "recesión" (una cortesía hacia su anfitrión estadounidense) y no aludieron al uso de dinero público para rescatar a los bancos afectados.

PERSPECTIVAS El G-7 admitió que las perspectivas económicas mundiales han empeorado por la crisis financiera y crediticia, la ralentización en EEUU y el aumento de la inflación por el petróleo y las materias primas. "Seguimos siendo positivos respecto la resistencia a largo plazo de nuestras economías, pero las perspectivas globales a corto plazo se han debilitado", dice en una nota.