"Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más", apuntó en su diario el escritor italiano Cesare Pavese antes de decidir quitarse la vida en 1950. El diagnóstico que hizo de su vida es fácilmente extrapolable al que puede suscitar la actual situación de los mercados. Y España también necesita un gesto, pero para salvarse.

El problema es que las autoridades tienen escaso margen, mucho menos que cuando arreciaron los ataques la pasada primavera. Entonces, el Gobierno recortó el sueldo a los funcionarios, congeló las pensiones y dio un empujón a una reforma laboral aprobada sin apoyo de los sindicatos. El Banco de España puso su granito de arena sacando a la luz las tripas de la inmensa mayoría del sistema financiero desveladas en las pruebas de resistencia (stress test ).

¿Pero qué puede servir ahora de cortafuego para evitar el contagio? El gobernador del Banco de España, al que la crisis del euro ha hecho pasar de Pepito Grillo a gurú de la política económica, dejó entrever ayer dos posibilidades: una reforma ambiciosa de las pensiones (que garantice que las finanzas públicas estén saneadas dentro de diez años, cuando vencen algunos de los bonos que vendemos ahora) y alguna medida que asegure que las autonomías cumplirán sus compromisos de reducción del déficit.

El Gobierno insiste en que no hacen falta medidas adicionales y que con cumplir lo prometido basta. Pero no es descartable nada, si la situación sigue empeñada en entrar en un círculo vicioso. El diferencial del bono español a 10 años con el alemán de referencia se disparó ayer al máximo histórico de 237 puntos básicos. Y el Tesoro solo colocó 3.200 de los entre 3.000 y 4.000 millones de deuda que tenía previsto vender, y con un interés que casi dobló el de la última subasta de iguales características.

Es lo que pasa cuando un país está en el punto de mira de los especuladores que azuzan los miedos de los inversores. Anteayer una firma de inversión cifró un hipotético rescate español en 500.000 millones. Y ayer, otra, Saxo Bank, dijo que España deberá pedir préstamos bilaterales a países como Alemania y Francia en el 2011, porque no podrá ser salvada por el fondo europeo.

Así las cosas, el Ibex 35 se desplomó por segundo día consecutivo, con una caída del 3,05%, hasta los 9.691 puntos, en su mayor descenso desde el 11 de agosto. Algunos analistas lo ven ya encarando los 9.000 puntos. La banca, muy expuesta a la tocada Portugal, arrastró al selectivo.