Para ser una compañía desconocida por la agilidad en sus acciones, General Motors (GM) ha surcado a inaudita velocidad el proceso de reestructuración bajo tutela judicial. Ayer, 40 días después de iniciar los trámites ante un tribunal de bancarrota de Nueva York, el gigante caído de Detroit logró la aprobación del juez para vender sus activos más sanos a una nueva compañía que estará participada por el Tesoro de Estados Unidos (propietario de un 61%), un fondo de jubilados (17,5%) y los gobiernos de Canadá y Ontario (11,7%). El otro 10% queda en manos de los propietarios de la antigua GM. Se anticipaba que el proceso de GM sería rápido, pero se calculaba que podría durar hasta 90 días.