El turismo de sol y playa, santo y seña de la oferta española desde los años 60, necesita un plan renove. Y más aún en tiempos de vacas flacas y con datos cada vez más alarmantes como el descenso de casi un 10% del número de pernoctaciones en los hoteles del país registrado durante el primer semestre de este año.

Bajo esa convicción, el Consejo de Ministros aprobó ayer un paquete de medidas, financiadas con 1.000 millones de euros, para incidir en la modernización del sector siguiendo criterios de sostenibilidad --el llamado turismo verde -- y de apuesta por las nuevas tecnologías, la bandera que está enarbolando el Gobierno en sus diferentes planes de lucha contra la crisis.

Tratándose, pues, de un tema de Estado, el Ejecutivo puso toda la carne en el asador y celebró, por primera vez, un Consejo de Ministros monográfico sobre turismo para anunciar las nuevas propuestas. La puesta en escena se completó organizando la reunión en Palma de Mallorca, uno de los centros neurálgicos del sector que, como premio añadido, se quedó una inversión estatal de 78 millones de euros en proyectos específicos en las islas, entre ellos la reforma de la famosa bahía de Palma.

La mitad de los 1.000 millones aprobados se destinará a subvencionar proyectos de empresas que potencien la sostenibilidad energética y la accesibilidad en sus establecimientos. Es decir, desde iniciativas de ahorro de energía y agua a supresión de barreras arquitectónicas y especialización de la oferta.

MISMA FILOSOFIA Siguiendo esa misma filosofía, entre este año y el siguiente, se potenciará internacionalmente el turismo gastronómico, el cultural y el rural, este último dirigido también a la demanda interior.

Por otra parte, destaca la rebaja de las tasas aeroportuarias, que entró en vigor el pasado 1 de julio. Según las estimaciones de las compañías aéreas, esta iniciativa generará hasta finales de este año un crecimiento de un millón de viajeros.