Como un solo hombre, los representantes del Gobierno que participaron ayer en actos públicos defendieron las medidas económicas urgentes aprobadas por el Consejo de Ministros del pasado viernes y que, además de dotaciones extraordinarias para afrontar el gasto de desempleo y planes de impulso económico para algunos sectores, supusieron sendos incrementos de los impuestos especiales que gravan los carburantes y el tabaco. Así, la subida media de un litro de gasolina es de 2,9 céntimos de euro, mientras que en el caso de una cajetilla de tabaco rubio de las marcas más vendidas su precio pasa de los 3,10 euros actuales a 3,29 en los estancos.

El ministro de Industria y Energía, Miguel Sebastián, defendió en Alicante que, con la subida acordada, España se acerca "al resto de los países europeos en la fiscalidad del tabaco, el alcohol y los hidrocarburos".

MOMENTO IDONEO "Lo hemos hecho en un momento en el que el petróleo es relativamente barato, por lo que el impacto sobre los consumidores será relativamente menor, y además, hemos excluido de la subida el gasóleo industrial, el agrícola y los biocombustibles", agregó Sebastián.

En análogo sentido se expresó el ministro de Fomento, José Blanco, quien desde Mahón insistió en la idoneidad del momento y de la medida. "No se trata de incrementos, sino de actualizaciones, y se actualizan en el momento adecuado".

Menos complacidos por la medida se mostró la asociación de consumidores Facua, que la consideró "insolidaria e injusta", puesto que tiene impacto recaudatorio en las rentas más bajas, al tratarse de impuestos indirectos. Facua también criticó que se defiendan los efectos ecológicos del alza de impuestos y, a la vez, se estimule la compra de coches. Los nacionalistas gallegos del BNG también dijeron que la medida es contraria a lo que debiera ser "una distribución más justa del esfuerzo fiscal".