La frase suena más que familiar pero no queda más remedio que repetirla una vez más: el futuro de Opel sigue estando entre tinieblas. Después de que el Gobierno alemán cantara victoria tras el anuncio de General Motors (GM) de la semana pasada, según el cual aceptaban la oferta de Magna y descartaban la de RHJ, ahora el resto de gobiernos europeos con fábricas de Opel --entre ellos España-- amenazan con frenar la firma definitiva del acuerdo. Quieren que se tenga en cuenta la competitividad de las 10 factorías europeas, incluida la de Figueruelas (Zaragoza), para repartir 10.500 despidos.

Ese fue el mensaje que transmitieron ayer en una reunión en Berlín en la sede del Ministerio de Economía entre representantes de los países con producción de la marca. El ministro de Industria español, Miguel Sebastián, se mostró crítico y escéptico antes del encuentro que debía servir para discutir las ayudas financieras de cada país. "En un restaurante --afirmó--, uno primero ve el menú, luego come y luego paga la factura. Hoy el Gobierno alemán nos ha convocado para pagar la factura y todavía no hemos visto el menú".

El ministro insistió varias veces en que aún no conocían detalles del plan industrial de Magna y calificó de "sorprendente" el cambio repentino de GM que, recordó, "nunca vio la opción de Magna como la mejor". Sebastián dejó entrever que tras el cambio de inclinaciones de la firma de Detroit podría haber un cambio de estrategias que afectara a intereses españoles, aunque recordó que aún no existe información oficial: "Insisto en que no conocemos los detalles, pero les puedo decir que cuanto más conocemos la opción de Magna, menos nos gusta". La viabilidad de Opel, añadió, se garantizará "si se cuenta con todos".

SOLUCION EUROPEA La delegación española se refería también al resto de países con factorías de la empresa (Bélgica, Reino Unido, Polonia y Hungría). "Hay que buscar una solución europea a un problema europeo", insistió Sebastián, que aseguró que la Comisión Europea vigilará de cerca toda la operación.

El Gobierno alemán, que ha comprometido un total de 4.500 millones de euros en ayudas y avales para el plan de Magna y su socio financiero, el banco ruso Sberbank, pretendía ayer, según explicó la secretaria de Industria, Teresa Santero, reunir ayudas del resto de gobiernos europeos con plantas de Opel.