En los próximos 15 años, la población activa femenina --mujeres dispuestas a trabajar-- de origen español solo crecerá en 300.000 personas y este colectivo dejará de ser la solución que ha sido en los últimos 30 años para cubrir las necesidades del crecimiento económico. Desde 1997 se han incorporado 4,1 millones de mujeres al mercado laboral.

"O se activa el crecimiento demográfico con políticas eficaces de natalidad, o habrá que echar mano de más inmigración", resumió ayer el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Josep Oliver, durante la presentación del Informe Laboral Manpower sobre la incorporación de la mujer española al mercado laboral desde 1977. "La inmigración va a seguir siendo una necesidad objetiva del mercado de trabajo español, porque a las mujeres, que eran la gran reserva de mano de obra y han hecho durante estos años una verdadera revolución silenciosa, no se les puede pedir más", dijo.

TASA DE ACTIVIDAD En los 30 últimos años, se ha producido una "explosión" de oferta de trabajo femenina nativa, que ha aportado tres cuartas partes de los 5,5 millones de personas en que ha crecido la población activa española (sin contar la reciente oleada de inmigración, que ha aportado otros 3 millones). La tasa de actividad (mujeres dispuestas a trabajar) se ha duplicado en este periodo y ha pasado del 32,4% al 60,6% de la población femenina entre 16 y 64 años.

Sin embargo, esta "revolución silenciosa" toca su fin. Dentro de 15 años, en el entorno del 2013, el tramo actual de mayor edad se habrá jubilado. Se prevé que el censo femenino español será inferior al actual en 700.000 mujeres (la caída se concentrará en el tramo de edades entre 16 y 44 años), aunque habrá 300.000 mujeres activas más. Otros estudios previos de Oliver calculan que en el 2020 serán precisos otros tres millones más de trabajadores inmigrantes.

Por regiones, el estudio revela que en los últimos 30 años las mujeres activas nativas se multiplicaron por 2,3 en las comunidades del mediterráneo y Madrid; por 1,6 en las del valle del Ebro y el noroeste peninsular y casi se triplicaron en Andalucía, Castilla-La Mancha y Aragón.

En Extremadura, según Efe, la tasa de actividad femenina entre 1997 y 2007 fue 25,0 y 54,8.