La empresa alemana de electrónica Grundig solicitó ayer en el juzgado de Nuremberg el inicio de un proceso de suspensión de pagos. Grundig había estado negociando su venta a la empresa turca Beko para poder asegurar su supervivencia, pero no fraguó.

"Necesitamos un inversor", dijo ayer el presidente de la compañía alemana, Eberhard Braun. Tras un acuerdo con un consorcio de bancos formado por el Dresdner Bank, Deutsche Bank, el Banco Regional Bávaro y el Instituto para la Financiación de la Construcción, Braun dijo que la financiación para continuar con la producción está asegurada.

Sin embargo, Braun reconoció que no hay esperanzas para Grundig si no encuentra un socio financiero, ni siquiera con una reestructuración de la compañía.

80 EMPLEADOS EN ESPAÑA

Los 80 empleados de Grundig España, delegación dedicada a la distribución, se verían afectados por la quiebra si no aparece el esperado socio financiero. El director general y consejero delegado de Grundig España, Javier Freijo, dijo que la filial tiene una situación financiera solvente y puede seguir operando normalmente.

El ministro bávaro de Economía, Otto Wiesheu, descartó una nueva inyección de emergencia de las arcas regionales. Grundig recibió el año pasado 45 millones de euros de Baviera.

Grundig, que llegó a tener 38.000 empleados, mantiene sólo a 3.500 (de ellos 1.600 en Alemania) tras continuos recortes de plantilla que han ido empañando el esplendor de la empresa.

Durante años Grundig ha buscado un socio financiero que aplaque su crisis interna. A comienzos de año parecía haberlo encontrado en Sampo, un fabricante taiwanés de electrónicos. Sin embargo, dos meses después de haber firmado el contrato de compra, el trato se rompió y a Grundig sólo le quedó la esperanza del fabricante turco de televisores Beko, que también fracasó.

El sindicato IG-Metall criticó duramente la decisión de Grundig. "Todas las aportaciones de la plantilla de Grundig para un saneamiento de la empresa han sido en vano", declaró el presidente de la delegación bávara del sindicato, Werner Neugebauer.

"Los que tienen que pagar el pato son los empleados, sus familias y la región de Franconia Central", añadió Neugebauer, que criticó a los sucesivos equipos directivos de la empresa.