La escalada de acusaciones mutuas entre países a propósito de la llamada guerra de divisas dibuja un entorno poco amigable en vísperas de la cumbre del G-20, que reunirá en Seúl a los líderes de las mayores economías y los principales países emergentes a partir del jueves.

El conflicto cuestiona el espíritu de cooperación que ha caracterizado al G-20 desde su primera reunión en Washington, en noviembre del 2008, cuando la crisis financiera mostró su peor cara y se impuso la necesidad de buscar soluciones globales a problemas globales. Ahora, la guerra de divisas --con la decisión de China de mantener una moneda infravalorada como epicentro del conflicto-- y la decisión del banco central de EEUU (la Fed) de imprimir 600.000 millones de nuevos dólares (425.000 millones de euros) para impulsar su economía pondrá a prueba la utilidad del G-20. Así lo interpreta el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien ayer se preguntaba "¿Cooperación, para qué?" en el Financial Times .

Fuentes del Gobierno surcoreano trasmitieron ayer a la agencia Yonhap la expectativa de que el comunicado final de la cumbre lime las diferencias en política comercial y monetaria. EEUU interpreta que su mejor contribución a la recuperación mundial es su crecimiento. "Todos los países están preocupados por lo que hacen los otros, pero la línea de flotación debe ser (pensar) que todos los países del G-20 se beneficiarán si la economía de EEUU crece", defendió ayer Barack Obama en Nueva Delhi (India). Dicho de otro modo, "lo peor que puede suceder en la economía mundial" es que EEUU crezca nada o muy poco.

NECESIDAD DE CONSULTA El presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, opinó ayer que decisiones de este tipo deberían ser consultadas con "otros miembros de la economía global". El viceministro de Finanzas chino, Zhu Guangyao, dijo que "en tanto que el dólar es la principal moneda de reserva", la decisión de EEUU "no es acorde con su responsabilidad para la estabilidad global de los mercados". Las economías emergentes se consideran las más damnificadas por la política de la Fed. "Todo el mundo sabe que hay una guerra cambiaria", dijo ayer el aún presidente brasileño, Lula da Silva.

El presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, tildó la decisión de la Fed de "desenfocada" y "arriesgada" para el resto del mundo. Se teme que la inyección de dólares en EEUU lleve a una mayor apreciación del euro que dañe las exportaciones.