O un hombre valiente represaliado por enfrentarse a sus superiores a causa de la caída de Bankia. O un empleado desleal que filtró información confidencial. El Banco de España y su exdirectivo Jorge Pérez Ramírez, a quien despidió el pasado 31 de julio, se vieron ayer las caras en un juzgado de lo social de Madrid con dos relatos contrapuestos que resumen la polémica que durante los últimos años ha envuelto a la institución por su papel en la crisis financiera.

Pérez, inspector desde 1986, llegó a ser jefe de la división de normativa contable. Desde ese puesto, se mostró contrario en el 2010 a que las cajas que se fusionaban pudieran cargar las multimillonarias provisiones para afrontar pérdidas contra el capital en lugar de contra los resultados, raíz de muchos de los problemas posteriores, y en el 2011 se opuso a la salida a bolsa de Bankia. En ambos casos, la cúpula desoyó sus advertencias.

El inspector acabaría dimitiendo de su puesto tiempo después y fue destinado a responsabilidades menores. El pasado 6 de mayo, sin embargo, pudo desquitarse al testificar en el juicio de Bankia en la Audiencia Nacional. Al contrario que la mayoría de los 17 empleados del Banco de España que también comparecieron, Pérez negó que el folleto de la salida a bolsa reflejase la situación real de la entidad.

Su abogado, Antonio Bernal, defendió ante la jueza María del Carmen Rodrigo Saiz que esa comparecencia es la causa real de su despido: desencadenó, aseguró, una «confabulación del Banco de España para represaliarle». Todo lo contrario sostuvo Sergio Ponce, abogado del despacho Uría Menéndez contratado por el organismo público. Se trata, argumentó, de una «teoría de la conspiración», como a su juicio demuestra que ningún otro de los testigos del Banco de España en el juicio de Bankia que se desmarcaron de la versión mayoritaria haya sido cesado.

El letrado, así, relató que el Banco de España abrió una investigación interna en noviembre del año pasado después de que el periodista Ernesto Ekaizer publicase un tuit con una cita de un mail interno en la que el director general de supervisión, Julio Durán, comunicaba su decisión de dimitir. El análisis de los correos permitió determinar que el tuit se había publicado unos minutos después de que Pérez se reenviase el mail de Durán desde el correo corporativo a uno personal.

A partir de ello, la investigación se amplió y se descubrió que el directivo había intercambiado información con Ekaizer para la elaboración de un libro y con Aristóbulo de Juan, exdirector de supervisión, para la preparación de un informe pericial sobre el Banco Popular y diversos artículos.

Para ello, el Banco de España contrató a una división de Deloitte especializada en el análisis de mails, que supuestamente cribó más de 47.000 correos sin mirar su contenido, un punto polémico porque otra rama del grupo, la de auditoría, está acusada en el juicio de Bankia. La institución pública sostiene que su exdirectivo cedió información confidencial, pero Pérez, Ekaizer y De Juan lo negaron y lo limitaron a valoraciones como experto contable. La jueza determinará quién tiene razón.