Un joven estudiante se paró ayer por la mañana ante una sucursal bancaria, probablemente por primera vez en su vida. Lo que captó su atención no fue un innovador producto financiero, ni tan siquiera una nueva promesa de un jugoso interés, o la última promoción de una vajilla. "Es como la que usaba Tom Cruise en Minority Report ", le comentó asombrado a un compañero, haciendo un rápido receso en la búsqueda del bocadillo de todos los recreos.

Una futurista pantalla táctil proyectada sobre el escaparate adorna desde ayer la sucursal del Banco Popular en la madrileña calle de Bravo Murillo. La oficina fue remozada de arriba a abajo el pasado agosto y desde ayer constituye el buque insignia del proyecto PopularMax, con el que el tercer banco del país pretende revolucionar su relación con sus clientes. Y, de paso, poner patas arriba el concepto tradicional de oficina bancaria.

Alejado del clásico

Estética moderna, espacios diáfanos, mucha luz natural, colores vivos, pantallas en las paredes, dibujos y fotografías... Un espacio que recuerda más a una cadena de ropa moderna que al clásico banco de la esquina. El primer objetivo del Popular ha sido que sus nuevas sucursales se alejen lo más posible de la imagen tradicional. Cada una será distinta y se adaptará a la zona en que se ubique.

La principal apuesta de la nueva estrategia, con todo, es la ampliación del horario comercial. Las sucursales van a romper el más viejo tabú de la banca. Sus puertas permanecerán abiertas hasta las ocho y media de la tarde todos los días, salvo el domingo. Se abrirán a las ocho entre semana y a las diez los sábados. "Nos lo demandaban los comerciantes y particulares". Rivera aseguró que los sindicatos están de acuerdo con esta ampliación horaria, porque se van a hacer contrataciones para permitir que haya varios turnos de trabajo.

El Popular solo aplicará el proyecto en zonas residenciales, comerciales y de pequeñas y medianas empresas. Además del establecimiento de Bravo Murillo, ya ha abierto dos sucursales piloto en las calles de O´Donnell y Gran Vía de Madrid, ubicadas en dos barrios repletos de tiendas y viviendas. El objetivo es extender el modelo a otras 200 en un periodo de entre 18 y 24 meses. "La Rambla de Barcelona es un ejemplo perfecto del tipo de zonas urbanas en que estamos pensando", explicó el directivo.

En principio, el banco, que presume de tener algunos de los mejores locales comerciales del país, tiene pensado aprovechar sus sedes actuales, pero tampoco descarta abrir sucursales nuevas. "Somos muy dinámicos en aperturas y cierres: abriremos si encontramos locales que nos gusten".

Repartiendo juego

Lo primero que se encuentra el cliente al entrar en las nuevas sucursales es un punto de atención, que se asemeja a la recepción de un hotel. Servirá para resolver gestiones sencillas y para orientar acerca de cuál es la persona idónea para atender las más complejas. La idea, con todo, es formar de manera especial a los empleados para que "cualquiera pueda ocupar cualquier puesto y dar respuestas, independientemente del producto que se trate".

Las sucursales cuentan, además, con una sala de reuniones para que los pequeños empresarios que sean clientes puedan mantener encuentros comerciales. Otra de las grandes novedades es un punto de venta de Telefónica. El Popular prevé incorporar a socios, pero siempre que se dediquen a negocios a los que pueda asociar sus productos, como tarjetas o créditos. "No queremos ser como el BBVA, seremos más restrictivos", explicó Rivera. El banco está pensando en sectores como la informática o los viajes.