La huelga general convocada ayer por los sindicatos griegos para protestar contra el plan del Gobierno para reducir su abultadísimo déficit logró paralizar el país. Según los convocantes, más del 80% de los trabajadores de los sectores público y privado secundaron el paro. El Ejecutivo, sin embargo, limita el seguimiento al 16% en el caso de los funcionarios.

"Los ojos de Europa están hoy puestos en nosotros. Reclamamos al Gobierno que no acceda a los deseos de los mercados, que ponga las necesidades de la gente como una prioridad, y que adopte políticas económicas y sociales que no nos conduzcan hacia la recesión sino hacia la creación de empleo", afirmó el líder de la Confederación General de Trabajadores (GSEE), Yannis Panagopoulos.

Los aeropuertos permanecieron cerrados, salvo para casos de emergencia y vuelos de Estado, con lo que 400 vuelos quedaron suspendidos. Lo mismo sucedió con las comunicaciones por mar y tierra. Los edificios públicos y muchos bancos y comercios no abrieron, mientras que los hospitales solo aceptaron tratar los casos de urgencia. El sector turístico fue el único que funcionó con cierta normalidad.

Los convocantes --el GSEE, la Unión de Funcionarios Civiles y la Organización Sindical Comunista-- realizaron también dos manifestaciones en Atenas bajo el lema "No a los sacrificios, los ricos deben pagar por la crisis". La participación ascendió a 20.000 personas según la Policía, y a más del doble según los organizadores. Los sindicatos amenazaron con convocar más huelgas si el Gobierno no cede a sus reclamaciones. Exigen un nuevo plan que no penalice a los trabajadores y a los pensionistas.

Presionado por la UE, el Ejecutivo pretende recortar los sueldos de los funcionarios, reducir el gasto social el 10% y subir impuestos para bajar el déficit en cuatro puntos este año, desde el 12,7%.