La huelga de los obreros metalúrgicos del este de Alemania entró ayer en la cuarta semana, en medio de crecientes divisiones internas en el seno del sindicato que lidera el paro, IG Metall, y advertencias de políticos y empresarios sobre los efectos perniciosos del paro en el futuro económico de la antigua RDA. Como efecto más inmediato, varias fábricas de coches en las que trabajan unas 19.000 personas tuvieron que parar por falta de suministros.

La huelga, que reclama la reducción paulatina de la semana laboral de 38 a 35 horas de aquí al 2009, fue secundada ayer por unos 9.000 obreros en Berlín y los estados federados de Brandemburgo y Sajonia, según IG Metall.

El fabricante más afectado fue BMW, que tuvo que detener la producción del modelo Serie 3. Sólo en tres plantas situadas en Baviera, BMW tuvo que mandar a casa a unos 10.000 obreros. También se detuvieron las cadenas de montaje de DaimlerChrysler y Volkswagen (VW).

El paro ya tiene un enorme coste político para el futuro presidente de IG Metall, Jürgen Peters. De puertas hacia fuera --Una huelga de locura, titulaba ayer la revista Der Spiegel --, pero también de puertas hacia dentro. "Esta huelga es el mayor autogol que hemos marcado jamás", aseguró ayer un importante funcionario del sindicato IG Metall tras una reunión de crisis entre los comités de empresa de la industria automovilística y la plana mayor de IG Metall en Fráncfort.

Al final de la sesión, un portavoz del sindicato anunció la voluntad de reanudar las negociaciones con la patronal este jueves. Si bien Peters advertía de que, de no producirse avances de aquí al próximo fin de semana, IG Metall "se plantearía ampliar la huelga hacia empresas en el oeste de Alemania". Fuentes sindicales daban ayer por hecho que la huelga podría quedar zanjada esta misma semana, debido a las crecientes presiones políticas.

Si bien en el este alemán hay un resentimiento palpable por el hecho de que, 13 años después de la reunificación, los salarios siguen siendo más bajos y las semanas laborales más largas que en occidente, el descontento con IG Metall aumenta.

INVERSIONES EN PELIGRO

La amenaza de algunas empresas de revisar sus inversiones en la zona este de Alemania ha calado hondo. "Es muy posible que las empresas se decidan por invertir en Polonia y la República Checa en lugar de Alemania del Este", dijo el catedrático Ferdinand Dudenhöffer, un economista especializado en automoción. "Los empleos emigrarán", añadió.

Una hora de trabajo se paga actualmente a 16,12 euros (2.682 pesetas) en Alemania Occidental, a 11,32 euros (1.883 pesetas) en Alemania del Este y a 3,03 (504) en Eslovaquia, según Der Spiegel .