El estado anímico de los inversores es tan difícil de desentrañar en las épocas de incertidumbre que, más que masa gris, podrían tener materia oscura dentro del cráneo. Siempre parece haber un elemento clave que lo explica todo. Por ejemplo, que un dólar depreciado no conviene a Europa porque perjudica a sus exportaciones. Pero bajo esta superficie bullen decenas de cálculos.

Durante las últimas semanas, el temor a la guerra de divisas, con el valor del dólar y el yuan cada vez más bajo, provocaba temblores. La reunión del G-20 del pasado fin de semana tranquilizó los ánimos. Pero ahora resulta que un dólar fuerte también nos viene mal. Ayer se dieron a conocer algunos datos macroeconómicos positivos en Estados Unidos (peticiones de bienes duraderos y ventas de viviendas nuevas). ¿Bien?... Regular.

El mercado había descontado ya que la Reserva Federal (FED) iba a aprobar la semana que viene la compra de bonos por valor de 500.000 millones de dolares para ayudar a reactivar una economía que va pisando el freno. Pero ahora se teme que la autoridad monetaria modere la ayuda ante las señales de mejora económica. Se habla, de hecho, de que la adquisición de los títulos será gradual y por una cuantía menor. Y qué pasa si se prevé menos liquidez en el mercado: que el dólar sube, como ayer (0,7244 euros). Que la economía mejore es bueno, pero no gusta que no se concrete una ayuda que se daba por descontada.

Así las cosas, los mercados de renta variable europeos profundizaron ayer en la tendencia a las ventas. El Ibex 35 cayó el 0,9%, en línea con el resto de Europa, y cerró en los 10.700,1 puntos.

Uno de los valores más afectados fue el BBVA que, pese a presentar unos resultados en línea con lo esperado, se dejó el 2,51%. La banca española sigue levantando suspicacias: que tome nota el Santander, que presenta resultados hoy, y el Popular, al que le toca el viernes, y que ayer fue el único banco que logró subir (0,09%).