La compra de la farmacéutica Celgene por parte de Bristol-Myers Squibb por 74.000 millones de dólares anunciada a principios de este año ha sacudido al sector farmacéutico y ha revitalizado las corrientes de concentración en un sector para el que el tamaño sí que importa. El nuevo gigante facturará del orden de 34.000 millones de dólares y se situará en el selectivo grupo de las cinco mayores compañías farmacéuticas del mundo, por detrás de Pfizer, Novartis y Roche, y por delante de Johnson & Johnson. Esta semana también se conoció que Eli Lilly ha adquirido Loxo por 8.000 millones de dólares. Cifras millonarias y apuesta decidida por la investigación oncológica en muchos casos.

Los expertos prevén que la ola de fusiones se mantenga. La cuantía de estas operaciones de compra en el sector farmacéutico, según el informe de este enero de la consultora KPMG, ascendió a 212.700 millones de euros en un año. Hasta el anuncio de BMS, lideraba el ránking anual la compra de Shire por parte de Takeda (62.300 millones de dólares, seguida por la de CHJV por Glaxo (13.000 millones) y la de Bioverativ por parte de Sanofi (11.600 millones). El crecimiento de compras de empresas aumenta de manera inversamente proporcional a las perspectivas de rentabilidad de las inversiones en I+D, que han caído del 10,1% en el 2010 al 1,9% en el 2018, según la consultora Deloitte.

La industria se lamenta de los costes crecientes para el desarrollo de nuevas moléculas, pero la opinión pública reclama el abaratamiento de los fármacos y critica a la industria de la creciente mercantilización de la sanidad. El catedrático de Economía Antón Costas considera que el monto de las operaciones en el sector farmacéutico ha alcanzado niveles "exagerados" en la actual coyuntura. Pese a esa descripción, compartida por la mayoría de expertos y analistas, reconoce que las mayores exigencias financieras para el desarrollo de fármacos abona esas macrooperaciones empresariales "que causan una sensibilidad creciente por parte de la UE en ese tipo de concentraciones empresariales".

Los estudios sobre el sector apuntan a que solo el 10% de los medicamentos generan el 52% de los ingresos farmacéuticos y el 70% de los productos no recuperarán nunca la inversión que fue necesaria para su desarrollo. Y el problema añadido es que la búsqueda de rentabilidad impulsa que buena parte de los nuevos fármacos que consiguen llegar al mercado se concentren en las mismas patologías.

La consultora Deloitte calcula que los costes para desarrollar un nuevo medicamento se han doblado desde el 2010 hasta los 2.180 millones de dólares. Otros estudios elevan esa cantidad hasta los 3.000 millones de dólares, según Farmaindustria. En cualquier caso, muchos millones y poco tiempo para explotar en exclusividad los productos, ya que la vida comercial bajo patente (20 años) suele ser de unos 12 años o menos.

Fuentes de Bristol-Myers Squibb aseguran que al adquirir Celgene, conseguirán lanzar al mercado medicamentos innovadores "más rápido de lo que habríamos podido hacerlo solos". Esas perspectivas de rentabilidad a corto plazo son el principal atractivo de compañías con fármacos a punto de ser comercializados.

Las empresas españolas juegan en otra liga farmacéutica y cada vez van a tener más dificultades para desarrollar fármacos realmente novedosos. El consejero delegado de Reig Jofre, Ignasi Biosca, reconoce que el mercado se concentrará en pocas compañías, aunque considera que quedan oportunidades en el campo de la investigación, la producción y los ensayos clínicos.

Luis Zaragoza, director de Corporate Finance de KPMG, asegura que "la estrategia en materia de fusiones y adquisiciones de los principales laboratorios españoles para combatir la mayor concentración de la industria y el deterioro de márgenes pasa por ser operadores con vocación de liderazgo en ciertos nichos específicos de mercado, mientras en paralelo acometen determinadas desinversiones de actividades no estratégicas". Jorge Bagán, socio responsable de Life Science y Healthcare de Deloitte en España, coincide en el diagnóstico al entender que "las fusiones pueden buscar una mayor especialización en ciertas patologías y en la I+D asociada".

El director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, definió recientemente la situación actual del sector farmacéutico como de "cuarta revolución industrial" al sumarse nuevas posibilidades tecnológicas como 'big data' a la investigación clínica. En su opinión, España está en una "posición privilegiada" para poner a disposición de la industria un sistema de salud de alto nivel capaz de agilizar y abaratar los ensayos clínicos. Según este punto de vista, España podría ofrecer su red de hospitales y laboratorios como campo de pruebas pionero para la nueva medicina personalizada, un camino prometedor de nuevas terapias génicas que sumadas a los avances de digitalización de la información puede suponer una disrupción capaz de competir con los gigantes del sector farmacéutico. Actualmente, España participa en el 30% de los ensayos clínicos que se realizan en Europa. De los 7.000 medicamentos en desarrollo en el mundo, el 25% se dirigen al cáncer, el 18% a trastornos neurológicos, el 17% a enfermedades infecciosas y el 15% a trastornos inmunológicos.

La importancia de los nuevos medicamentos hay que buscarla también desde la perspectiva económica de ahorro en unos momentos de contención del gasto público. Un informe de Weber-Farmaindustria afirma que la introducción de medicamentos innovadores supone un ahorro de entre 2,4 y 8,3 veces la inversión realizada y ha sido causa del aumento de la esperanza de vida del 73% en el mundo.

Para el presidente de Lilly en España, Nabil Daoud, dos son los factores que contribuyen a reducir los costes sanitarios. Según afirmó recientemente en un encuentro en el IESE, "lo primero que ha reducido los costes sanitarios ha sido el empoderamiento de los pacientes. El segundo eje será un sistema que pueda evaluar el producto (fármaco) o el servicio (médico) y que se pague en función de esos costes".

"Tenemos que seguir investigando. Los tiempos en los que la sobrevida se conseguía con agua limpia han pasado, ahora se consigue gracias al sector farmacéutico. Hay que invertir más en salud, en prevención más que en curar, pero ese reto será difícil sin inversión", afirmó Ángel Fernández, presidente y director general de Merk en España, en el mismo foro del IESE.