Con el nihil obstat del Departamento de Transportes de Estados Unidos del pasado miércoles para los vuelos compartidos de American Airlines, British Airways (BA) e Iberia, se ha cerrado una quincena de viento a favor para las tres compañías, iniciado con la pista libre que el Ejecutivo de Bruselas dio a la fusión de Iberia y BA. A nivel local, significa que habrá mas vuelos desde Barajas a EEUU y otros destinos del Atlántico Norte. Ya antes de que la fusión angloespañola sea definitiva se sabe que, como el aeropuerto de cabecera británico Heathrow está saturado, una parte del negocio de la compañía británica se va a trasladar a Madrid. La nueva capacidad del trío aliado, líderes de Oneworld, se verá en las 60 rutas transatlánticas que usarán 10 millones de pasajeros al año. Y más competencia para las compañías de Star Alliance (Lufthansa, Spanair...), que han apostado por Barcelona. BUENAS PREVISIONES Los nuevos permisos indican que a mediados de los 90 hubo al menos dos buenas previsiones a largo plazo. Ambas compartidas: la de AENA con la gran inversión en la T4 de Madrid y la de Iberia con la concentración de su actividad principal en Barajas, y la creación paralela de una línea de bajo coste que tras varias fusiones ha dado lugar a Vueling. Este proceso, culminado por promotores públicos y privados, coincidió con la creación del nuevo Ministerio de Fomento en el primer gobierno de José María Aznar (1996) y la privatización de Iberia, seguida de la liberalización del espacio aéreo europeo.La recuperación por el PP del término Fomento respondía a cómo se llamaba en el siglo el XIX a la promoción de infraestructuras. De paso, se recuperó el principio de comunicaciones radiales con el centro en Madrid.El catedrático de Economía Germà Bel ha recogido los efectos de la política centralista en infraestructuras en el libro España, capital París --en alusión al modelo jacobino--, que Destino publicará en octubre. Bel ratifica que el concepto de gestión en red de aeropuertos que ejerce AENA no tiene parangón en países similares a España. Y, a partir de los datos que se han conseguido arrancar al ministerio, sostiene que la tesis de la solidaridad --las pérdidas de unos se compensan con las ganancias de otros-- tampoco se refleja al comparar los que tienen gran actividad (Madrid, Barcelona y los de atracción turística) con los de dimensión limitada.La paradoja se acentúa al comparar la distribución por comunidades de la inversión del Estado en aeropuertos y su relación con el número de pasajeros en cada uno. Tampoco hay relación entre inversión y eficiencia.