A escasos días de que se celebre la cumbre del G-20, el Reino Unido sigue los pasos de Alemania y Francia, con la creación de un impuesto para los bancos que operan en el país. Con la nueva tasa sobre los activos, que entrará en vigor en el mes de enero, el Gobierno pretende recaudar 2.200 millones de euros anuales.

Considerados como desencadenantes de la crisis, el gravamen sobre los bancos es una de las pocas medidas populares del presupuesto de ajuste. El ministro Osborne defendió la creación del impuesto sin esperar a una decisión conjunta del G-20.