Un impuesto de sociedades con un tipo sin competencia: el 12,50%. En eso se basa la competitividad fiscal de Irlanda, con la que ha atraído en los últimos años las sedes europeas y mundiales de firmas de telecomunicaciones y de tecnologías de la información, entre las que están Google, Microsoft o IBM.

"En Irlanda no es solo destacable el tipo fijo del 12,50% para sociedades, sino la simplicidad de su sistema fiscal", afirma Luis González, experto en tributación internacional de Pricewaterhouse Coopers (PWC). Además, la tributación reducida se aplica a las empresas con una actividad real, no a meros hóldings o sedes solo corporativas de multinacionales, como sucede en otros países, como Holanda o Luxemburgo o la extracomunitaria Suiza.

Desde un inicio, Irlanda ha focalizado sus esfuerzos en atraer inversión de EEUU. "Es una especie de papel como el que España trata de ejercer con Latinoamérica", dice González. Pero en el caso de Dublín, además del idioma --el inglés-- está una tributación y unas normas laborales sencillas.

En cualquier caso, las presiones para que Irlanda aumente su gravámenes sobre las empresas son lógicas. Está muy por debajo de los grandes países de la UE, entre ellos, España.