Empiezan a ser recurrentes las advertencias de empresas, organizaciones y entidades en referencia a las grandes sanciones que podrían llegar a pagar los fabricantes de vehículos por los objetivos de emisiones europeos. Esta vez, según un análisis de Solunion, los últimos datos revelan que las compañías se enfrentan una penalización potencial que podría llegar hasta los 30.000 millones de euros.

La Unión Europea exigirá en 2021 que la media de emisiones de las gamas de las marcas no supere los 95 gramos de CO2 por kilómetro. En caso de no cumplir con el objetivo, la sanción será de 95 euros multiplicado por el número de vehículos que acredite haber vendido en 2020. En ese sentido, el análisis de Solunion apunta que para finales de 2020, los precios de los vehículos podrían subir un 2,6%.

La mitad de las ganancias netas de las marcas

30.000 millones de euros representa el 18% del resutlado bruto de explotación combinado de todos los fabricantes y el 45% de las ganancias netas combinadas según los resultados económicos del 2018, que fueron de 67.000 millones de euros. Según el análisis, para que eso no pasara, la cuota de mercado de vehículos de propulsión alternativa debería sobrepasar el 25%. En España, según datos de Anfac, la cuota de mercado de estos vehículos en el acumulado de 2019 es del 10,1%.

Siempre según el estudio, los objetivos europoeos podrían implicar un aumento de los costes de producción en un 7% para 2020, lo que desencadenaría una caída del mercado del 9% a finales de ese año y del 28% para 2025, algo que comportaría, para 2020, una pérdida de 2.900 millones de euros en ventas acumuladas.

Los que mejor y peor lo tienen

Según un informe de la agencia de calificación Moody's publicado en abril, Toyota es, a priori, una de las pocas marcas que podría cumplir con los objetivos europeos. La media de emisiones de CO2 de la gama de Toyota en 2017 era de 103 gramos por kilómetro y sus previsiones apuntan a que en 2021 estén en 88,5 gramos. Hay que recordar que Toyota solo vende vehículos híbridos.

Los fabricantes que pueden sufrir más son Volvo y Jaguar-Land Rover, que cuentan con una gama muy basada en mortorizaciones diésel y gasolina con poca oferta en hibridación. No obstante, están realizando esfuerzos para reducir esa gama y añadir vehículos eléctricos puros como el Jaguar i-Pace.

Moody's dice que Volkswagen podría sufrir mucho también, con multas cercanas a los 4.000 millones, aunque todo ello se basa en la media de emisiones del año 2017. El informe tiene en cuenta, a su vez, otros dos escenarios de adaptación a la regulación sobre emisiones más rápidos por parte de los fabricantes de vehículos, en los que se contemplan unas multas totales de 2.403 millones de euros en el caso de una adaptación rápida y de 5.877 millones de euros si se hace una transición moderada.