Los inversores en bolsa tienen motivos para sonreír, pero al contrario que la enigmática sonrisa de la Gioconda, la suya no guarda secretos. Tres años de ascensos de los mercados de renta variable han dado alegrías a los que no han desdeñado el riesgo. "Quien en octubre del 2002 hubiera osado desafiar la dramática caída del mercado y hubiera invertido 100 euros en bolsa, este mes habría doblado su inversión, tendría 200", dice Mariano Sancho, director de renta variable de Riva y García.