Los inversores extranjeros, principalmente de países europeos con altos ingresos, contribuyeron al incremento del precio de la vivienda en España entre el 2014 y el 2018, pero su impacto fue «significativo» en un «pequeño» número de provincias y «moderado» a nivel general. Así se desprende de un informe que publicó ayer el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el banco central de los bancos centrales con sede en Basilea (Suiza).

Los no residentes, apuntó, tienden a comprar propiedades vacacionales de alta calidad en las islas y la costa mediterránea. En las 14 provincias implicadas, causaron de media 2,3 puntos del 8,8% en que subieron los precios entre el 2014 y el 2018, es decir, una cuarta parte del encarecimiento (26% del total).

MAYOR PESO / Las compras netas (adquisiciones menos ventas) pasaron a representar el 0,07% del stock de vivienda en ese lustro en el conjunto de España, frente al 0,02% del 2010, pero en las zonas afectadas superó el 0,1%, llegando al 2,5% en Alicante. El indicador sigue siendo positivo, lo que implica que los extranjeros todavía compran más de lo que venden. En términos brutos, midiendo solo las compras sin tener en cuenta las ventas, el peso de los inversores internacionales individuales en el conjunto de transacciones pasó del 3% en el 2007 a en torno al 10% en el 2014, para caer posteriormente al 8% en el 2018. Ello parece indicar que estos inversores aprovecharon especialmente la caída de precios posterior al estallido de la burbuja para comprar a buen precio.

La mayoría de estos compradores provienen de Reino Unido, Alemania, Francia y los países nórdicos, si bien los británicos vendieron más que compraron entre el 2009 y el 2013 y entre el 2017 y el 2018 por la depreciación de la libra y el brexit.

Las viviendas que adquirieron son de media un 40% más caras que las compradas por los españoles, lo de indica que son de gama más alta.