El Ejército israelí impuso ayer un bloqueo total a la franja de Gaza, después de haber cerrado horas antes el control fronterizo de Erez, tras el atentado suicida de la primera madre bomba , que causó cuatro muertos y nueve heridos el miércoles. El bloqueo provocó un cisma entre el ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, y el director del Shin Bet (servicios secretos), Avi Dichter.

Este último apeló a la necesidad de cerrar de forma indefinida el puesto fronterizo, algo que en la práctica significa la pérdida de empleo para miles de palestinos, cuyos ingresos son vitales para la población de la franja. Por el contrario, Mofaz abogó por un cierre temporal, que si no se prorroga el sábado por la tarde, día en que el Ejército revisará la situación de la zona, no dañará la economía de los más de 15.000 palestinos que cruzan a diario Erez para trabajar en Israel.

En este sentido, un oficial del regimiento de Gaza declaró al diario Haaretz que "los tiempos en que Gaza permaneció cerrada por el atentado de Afula quedaron atrás". Así se refería al aislamiento al que se vio sometida la franja durante varios meses el año pasado y cuya situación no quiere repetir el Ejército, según este oficial.

Sólo permanecieron abiertos los pasos destinados al intercambio comercial, de interés para Israel, por donde entran sus importaciones más básicas: los productos agrícolas. No tuvieron esa suerte los 4.000 palestinos que trabajan en la zona industrial de Erez, que quedó gravemente afectada por los efectos del atentado del miércoles, ni los miles de trabajadores de las granjas.

ANUNCIO DE HAMAS Abdel Aziz Rantisi, uno de los líderes de Hamas en la franja, señaló que el brazo armado de su organización seguirá la lucha contra la ocupación.

En Ramala, Ahmed Qurei, primer ministro palestino, no quiso condenar el atentado y criticó el cierre de Gaza.