El economista británico Guy Standing define el precariado como aquellos trabajadores que no son capaces de mirar más allá de su día a día, con empleos o ocupaciones que más que existir, les permiten subsistir. Uno de los rostros en los que se encarna ese precariado son los jóvenes, que concentran tasas de paro por encima de la media, salarios por debajo de la media y una temporalidad por encima de la media.

Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicados este jueves y en referencia al tercer trimestre del 2019, revelan que el desempleo entre la por muchos denominada "generación más preparada de la historia" ha descendido en los últimos años. No obstante, este sigue muy por encima de la media; pues si la tasa de paro cerró el verano en el 13,9%, entre los menores de 30 años esta fue del 24,4%. Lejos del 41,2% que registro en el verano del 2013, aunque también lejos del 12,7% del verano del 2007.

El paro no cesa para algunos y las condiciones precarias tampoco para otros. Dos jóvenes narran con su testimonio como ven y viven el mercado laboral hoy en día.

Paula Escuer: "En este oficio se aprovechan de la vocación"

Paula, a sus 28 años, no hace ni un año que firmó su primer contrato con una cierta estabilidad laboral. Esta joven nacida en Lérida es investigadora especializada en genética evolutiva, tiene un grado, un máster y otro en camino y en julio del 2018 rubricó su primer salvoconducto para planificar a medio plazo. Tiene un contrato predoctoral en la Universidad de Barcelona (UB) por cuatro años y gana 1.000 euros al mes, 100 por encima del salario mínimo interprofesional. "En Barcelona da para vivir y poco más", cuenta.

Paula está investigando mediante herramientas bioinformáticas el genoma de unas arañas de las Islas Canarias. Son interesantes para estudiar procesos de especialización y adaptación, explica. Desde el último año del grado hasta su actual contrato esta joven ha compaginado sus estudios con 'mini-jobs' de administrativa, dependienta en una cadena de comida rápida o poniendo copas en bares. "Estuve casi dos años esperando a que nos aprobarán los fondos para mi proyecto de doctorado. Si hubiera sabido que tendría que viviría tanto tiempo con esa incertidumbre no se hubiera aceptado. En este oficio se aprovechan de la vocación", afirma.

Jordi Cremades: "Recibo ofertas desde Londres donde me pagan el triple"

Jordi acaba de regresar a Barcelona, con 26 años, el grado en física por la Universitat de Barcelona bajo el brazo y viniendo de cursar un máster de matemáticas aplicadas en el King College de Londres. Ahora mismo está en paro, ocupado en el rastreo de las oportunidades que ofrece el mercado. Antes de marcharse al extranjero, este joven barcelonés pasó por una gran consultoría, donde con un contrato de prácticas echaba muchas horas y cobraba poco más que el salario mínimo. "Me estoy encontrando con cosas similares. Y al mismo tiempo recibo ofertas por correo desde Londres donde estaría ganado tres veces más", explica, un poco desencantado.

Una de las demandas que se repiten estos días en los foros empresariales es la falta de profesionales formados en determinados campos y la pugna para atraer y retener talento que se producirá en los próximos años por ciertos perfiles. No es lo que percibe Jordi estos días. "Aquí se valoran menos los meritos y más la 'titulitis' o llevar mucho tiempo en el mismo puesto", cuenta. "No descarto volver a marcharme", añade.