Contener la respiración y mirar al Este. Contra la indefinición de los mercados, nada como un acontecimiento de calado para decantar los índices. Los inversores cerraron el viernes pendientes del encuentro de este fin de semana del G-20 en Corea del Sur, en el que los ministros de Finanzas de las principales economías mundiales tratarán de frenar la incipiente guerra de las divisas, amenaza de la recuperación mundial.

Los europeos, en particular, saben que, gracias a sus fortalecidos euros, les resultará más barato comer kimchi , un tradicional plato coreano a base de repollo fermentado. Pero esa ventaja para ir de viaje se convierte en un gran perjuicio para las cruciales exportaciones del continente, que resultan más caras.

Los primeros pronunciamientos de Estados Unidos a favor de una mayor estabilidad de los tipos de cambio consiguieron levantar un poco los ánimos. Pero los expertos no creen que China vaya a dar su brazo a torcer y a abandonar su estrategia de depreciar la moneda para ganar competitividad.

Si los mandatarios ni siquiera alcanzan compromisos informales de estabilizar las divisas, la tendencia alcista de la renta variable podría frenarse definitivamente y entrar en una fase de recogida moderada de beneficios. Todo dependerá, con todo, de las noticias que dé la semana que viene. Son cruciales, porque se desvelará la primera estimación del PIB estadounidense del tercer trimestre y resultados de empresas clave en el extranjero y España.

Así las cosas, la jornada fue de compás de espera. El Ibex 35, otra vez, fue moderadamente por libre. Mientras el resto de índices europeos cayeron, el español se apuntó un alza del 0,3%, con lo que cerró por encima de los 10.900 puntos por primera vez desde abril. De los grandes valores del indicador solo bajaron BBVA, el 0,23%, y Repsol, el 0,13%. Iberdrola, que vendió activos en Guatemala, ganó el 1,05%; Banco Santander subió el 0,63%, y Telefónica, el 0,39%.