Joven, de hasta 30 años, que actúa los viernes y sábados, sobre todo entre la una y las cinco de la tarde, y a partir de las siete, y con una particular afición por artículos entre los 6 y 30 euros de valor. Este es el perfil del típico ladrón, sobre todo de grandes almacenes, protagonista de un descalabro que, para las empresas españolas, se cifra en unos 1.800 millones de euros al año (unos 300.000 millones de pesetas), el 1,05% de la facturación total, según el último informe de la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC) sobre lo que se llama pérdida desconocida.

"Sobre todo se roban productos de fácil reventa, para convertirlos en dinero o en droga", afirma Colin Peacok, director mundial del departamento de Pérdida Desconocida, de Gillette, que ayer participó en Madrid en unas jornadas sobre este problema organizado por AECOC. Gillete, junto con otras grandes compañías como El Corte Inglés, Bacardi, Unilever, L´Oreal, Interspar o Colgate-Palmolive, forma parte de un grupo de trabajo que busca soluciones para Europa.

Los productos más afectados por estos robos son los de droguería y perfumería, alimentación envasada, artículos de bazar y textil, y artículos de música y ocio. Los licores también están entre los favoritos por los ladrones, sobre todo las marcas más caras de whisky o ginebra.

Pero no toda la pérdida desconocida es culpa de los ladrones externos. Se calcula que éstos representan el 53% del total. Otro 24% se relaciona con los hurtos internos, de los empleados, transportistas o manipuladores de la mercancía.

Sólo se considera delito los hurtos a partir de 300,51 euros, con lo que la mayoría de estos ladrones sólo tienen que devolver la mercancía.

España es el séptimo país europeo más afectado por la pérdida desconocida. Los primeros de esta lista son Reino Unido, Noruega y Grecia.