Christine Lagarde debutó ayer como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) en su primera reunión de política monetaria y aprovechó su comparecencia ante los medios para anticipar que gobernará el organismo con «un estilo propio» y para mostrar ciertas dosis de optimismo sobre la economía.

Según Lagarde, se aprecian algunos signos de «estabilización» en la zona euro que podrían sugerir que la ralentización ha tocado fondo. Y aunque persisten riesgos a la baja -como los derivados del proteccionismo comercial y otros factores geopolíticos- estos son ahora «algo menos pronunciados». Si comparamos con la situación de hace unos meses, ahora es algo mejor y eso es «alentador», dijo tras descartar un escenario de «japonización» en la zona euro.

La primera reunión del Consejo de Gobierno presidida por Christine Lagarde se saldó sin cambios en la política monetaria en el nivel de mínimo histórico en que están instalados los tipos de interés desde marzo del 2016. Así, el precio oficial del dinero seguirá en el 0%, mientras que la facilidad marginal de crédito (el dinero que la autoridad monetaria cobra a los bancos por prestarles) se mantendrá el 0,25% y la facilidad de depósito (el dinero con que remunera a los bancos por guardarles el dinero) permanecerá en el -0,5% al que la bajó en septiembre (es decir, que les cobra en lugar de pagarles).

REVISIÓN ESTRATÉGICA / Lagarde, eso sí, reafirmó su propósito de iniciar sin prisa pero sin pausa «una revisión de la estrategia de política monetaria» del BCE. Los trabajos empezarán en enero con el objetivo de poder culminarlos a finales del año próximo, previa consulta con parlamentarios europeos, investigadores y sociedad civil.

«No hay nada inusual ni extraordinario en la revisión estratégica» aclaró la banquera francesa, recordando que la última vez que el BCE llevó a cabo este proceso fue en el 2003. «Han pasado 16 años y es legítimo llevarla a cabo ahora», argumentó.

Aunque, según Lagarde, no se debe «prejuzgar» el resultado final de este proceso, se pretende buscar una nueva definición del objetivo de estabilidad a medio plazo, que constituye la misión del BCE y que en la actualidad se entiende como una inflación «cercana pero por debajo del 2%». Además de redefinir el objetivo de inflación, la nueva estrategia del BCE --según Lagarde-- también buscará integrar los retos derivados de los cambios climáticos y tecnológicos.

PANORAMA ALENTADOR / El BCE actualizó ayer sus previsiones macroeconómicas en un contexto en el que, según Lagarde, «hay algunas señales iniciales de estabilización de la ralentización económica y de un aumento suave de la inflación subyacente».

En particular, el Banco Central Europeo ha revisado al alza su pronóstico de crecimiento de la zona euro para el 2019 (del 1,1% apuntado en septiembre al 1,2%) y a la baja el del 2020 (del 1,2% al 1,1%). Para el 2021 y el 2022 la previsión se mantiene en el 1,4%.

Lagarde también previó que la inflación será este año del 1,2% (como en septiembre) del 1,1% en 2020 (1% en septiembre), del 1,4% en 2021 (1,5% en septiembre) y del 1,6% en 2022. De este modo, el BCE revisa algo al alza los pronósticos de inflación para 2020 y a la baja para 2021 debido al «ritmo esperado en el futuro de los precios de la energía».

Los mercados financieros acogieron con tranquilidad los mensajes lanzados por la nueva presidenta del BCE. «La escasa reacción de los mercados durante y después de la rueda de prensa evidencia un debut exitoso como presidenta del BCE», valoró la gestora de fondos Pimco, aunque se reconoce que aun es prematuro extraer conclusiones firmes sobre la visión de Lagarde en política monetaria y el enfoque de comunicación que adoptará la nueva presidenta.

Tras la reunión del BCE, las bolsas europeas se enfilaron al alza, con el impulso añadido de un posible acuerdo comercial entre EEUU y China.