"Siento que el ordenador me llama", confesó un teletrabajador de la empresa Procter and Gamble a su jefa de personal. El trabajo en la comodidad de su casa llegó a obsesionar a este empleado, atormentado por los remordimientos que sentía cuando estaba fuera de su jornada laboral y pasaba por delante de la principal herramienta de trabajo que tenía, el ordenador.

La directora de recursos humanos del fabricante de productos de higiene Procter & Gamble para España y Portugal, María Pilar Pérez, pone este caso como ejemplo de que los teletrabajadores necesitan "mucha disciplina" para separar la vida familiar de la laboral. La compañía ofrece a los empleados la posibilidad de trabajar en casa una parte de su jornada o unos días. El 14% de la plantilla, unos 100 de los 725 trabajadores, son teletrabajadores regulares, y otros muchos lo practican de forma esporádica.

Las motivaciones son variadas. Un empleado aprovechó la flexibilidad para pasar más tiempo con su novia malagueña al teletrabajar los viernes o los lunes. Cuando el noviazgo acabó, el trabajador volvió a ir todos los días a las oficinas centrales que tiene la compañía en Madrid.

PRINCIPIO DE VOLUNTARIEDAD

En esta empresa se cumple el principio básico de la voluntariedad recomendado en el nuevo sistema de organización flexible. Las partes son libres de aceptar las peticiones. Así, cuando un empleado solicita teletrabajar, la compañía tiene en cuenta las responsabilidades familiares solucionadas para evitar distracciones y exige confianza mutua.